miércoles, 4 de marzo de 2009

TRISTE PINCEL CONTIDIANO

TRISTE PINCEL COTIDIANO


Hace pocos días mi esposa me refirió un suceso, quizás demasiado reiterado, por imperio de la actualidad que padecemos, y que a la sazón se desarrollo en uno de los tantos mini mercados que bordan la realidad del tiempo que viven los 100 barrios porteños .

De pronto en uno de ellos una voz imperativa indica cerrar las puertas de acceso. - ¿ ? – Interregno e incógnita. Hay una pequeña y atribulada “impasse”, habida cuenta de los acontecimientos que nos enmarcan a diario.

¿De que se trata?.

¿Es un atraco?.-

¡ No exactamente ¡.-

Aconteció que quien ordenaba clausurar entradas y salidas era integrante del personal de vigilancia. Uno de ellos había advertido la maniobra de una jovencita de no más de 16 años –que así quedaba escrachada- mientras intentaba adueñarse subrepticiamente –bueno no tanto- ya que fue observada. Y se le indicaba , ahora con presencia policial, destacada en una sucursal bancaria aledaña, que abriera su bolso , de donde surgían, los más diversos artículos hurtados.

A quien sorprendieron en actitud indebida, la habían reducido a un remedo lastimoso de “pollito mojado”. Si tenía experiencia es posible que temiera lo que vendría. Si era desconocido para ella, una novata, que ignoraba – no del todo- las consecuencias, igualmente se inhibiría, la invadiría la angustia y estaría sometida a un tormento que no se lo deseo a ninguno.

Tampoco uno puede inmiscuirse en la vida y misterios del porque cada cual llega a eso. ¿Es por necesidad?. ¿Es porque no hay fuentes de trabajo?. ¿Es por ausencia de planes de educación suficiente para discernir?. ¿Es porque es más fácil?. Evidentemente más fácil no lo es.

De lo que estoy seguro es que mi esposa hubiera oblado los importes con tal de liberarla del mal trance que la niña , devenida en novel delincuente, atravesaba. Pero..........
¿quién corre el riesgo que suponga mera complicidad ?. Allí todos nos compungimos pero priva el “no te metas hermano”. Es comprensible.

Todo ello es muy, muy triste, y a estas alturas aunque siempre vi el vaso medio lleno, me pregunto la bondad de apelar a la utopía, ¿para que?, o ¿a las expresiones de buenos deseos? Como lo son respeto y equidad en el reparto de bienes ¿ justamente cuando todo cae en saco roto?. Hay castigo para los que roban pan para saciar el hambre y ¿ a los que roban grueso no les cae pena alguna?.

Lo que es cierto es que de ninguna manera podemos seguir cayendo tan bajo, reñido con lo que debe ser. Pero ¿ y ahora, después de tantos caminos mal andados como lograrlo?. Es, salvando las distancias, como cuando, por ejemplo, se desborda El Salado santafecino, todos corremos en auxilio pero ya es demasiado tarde.

Jacques Farji Abulafia

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