viernes, 27 de marzo de 2009

"LO UNICO QUE NOS QUEDA : EL TANGO"

“LO UNICO QUE NOS QUEDA: EL TANGO”



Cuantas veces, antes que me agarre el estrilo
porque con todo lo que me pasa ando fasho
pienso mejor, en gastos ínfimos, como cachar
un broli para junar de cimentar mi futuro, con cencia y me convenzo.... hoy aprendo.....
mañana triunfo. Pero... me cache en die si es
fácil manyar que para subir... hay que saber.

Compadrito, canyengue, El Tango, es expresión de nuestra forma de ser, trasunta “un sentimiento que se baila”, referido con pasión, ternura, dolor..... amor.

Tiene sus vetas románticas, sentimentales o melancólicas; a veces ¿por qué no? es dramático. “Es una historia de vida contada en 3 ´ “, pero siempre con aderezos de picardía, pimienta, sentencia y verdad.

Todavía, todos recordarán a don Ernesto Pittaluga, vecino de Boedo y San Juan , sentado junto a esa reliquia, una vitrola, su compañera inseparable desde antes de la década del 30, con la que refrescaba sus recuerdos.

En cada placa, la voz cantante, deslizaba historias tristes y pronunciaba palabras como: corazón, penas, remordimientos siempre inmersos en esos temblores como los que vive el que asume: “la pena de sentirme abandonado, con ese temor que mis besos, en tus labios, se mueran de frío”

En una de sus tantas viñetas evocativas, que sería la última, surge, nítidamente, aquella de Don Ernesto que atrapado por los efluvios con que lo deleitaban los compases de “el Choclo” , percibió que con alguna dificultad, giraba la llave que abriría el acceso a su alma arrabalera envuelta en sus fantasías que le musitaban acordes.

Esa era su vida, inundado de arpegios y notas tan queridas, que ameritaban su estado entre soñando y despierto que creyó ver una estela luminosa que, descendiendo de lo alto, se detenía a su lado y .... una puerta se abrió surgiendo una voz que le llegaba.

Era “el zorzal criollo”, Carlos Gardel, cantando Mi Buenos Aires Querido, al finalizar le tendió la mano invitándolo a acompañarlo, entonces Don Ernesto pronunció, tenuemente “un hasta siempre” y voló al firmamento para solazarse con las canciones y orquestas que tanto admiraba.

También desde la dulzura que antecede el Gotan supo, sin embargo, instrumentar demandas sociales, ubicándose permanentemente en la vereda de enfrente de los designios mas aviesos de los burócratas, asesores y funcionarios venales y corruptos que solo cuidan sus ridículas”quintitas” que nunca son eternas, y que de lo que verdaderamente deben encarar no saben nada, mientras la emprenden siempre contra la cultura, la educación y el libro.¿Qué casualidad no?.

Ese es el Tango que nos aglutina inexorablemente en la búsqueda de un denominador común que emana de sus decires, letras e instrumentos, aminora sabiamente las distancias, olvidando lo que nos separa para juntarnos en lo que nos identifica. Hoy que renace El Tango, en todo su esplendor succionemos su esencia en la búsqueda de desentrañar la simpleza substancial de sus mensajes.

Junio 2001 jfa

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