viernes, 27 de febrero de 2009

Y....ARDIO LA ZARZA

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Y ….. ARDIO LA ZARZA

Nuestra primogénita, nacida el 06 de septiembre de 1953, cuando tenia, alrededor de 5 meses, y era verano, visitamos Mar del Plata, mis suegros tenÍan un coqueto departamento en Corrientes –entre San Martin y Avda. Luro.

Como es lógico hacíamos vida de playa, de día la pasabamos en la arena, al aire libre, por la noche teníamos reservas en el Hotel Ducal, Corrientes y San Martin.

En tren de recuerdos evoco las madrugadas – tipo hora 5- Dianita se despertaba con apetito y para que los pasajeros del Hotel no se alteraran, cuando la nena reclamaba, yo (padre primerizo) volaba escaleras abajo hacia la cocina – con permiso otorgado de sus autoridades- y le practicaba su deliciosa mamadera antes de su segundo alarido. Creo que figuro entre los Records de Guiness.

Uno de esos días fuimos a la Balneario Alfar – habia llovido y la arena estaba mojada- la nena se durmió, le pusieron un tohallon, grande, y la recostaron.

Lamentablemente la humedad penetrante le estaba haciendo un daño que no advertimos. Como la jornada no era playera volvimos más temprano. No se como ni porque Avelina se quedó en la casa de la Mama con la nena y yo me fui al cine.

Cuando volví el pánico nos envolvía a todos. La nena estaba con fiebre, y dificultades respiratorias. Había que correr y
procurar un médico pediatra, nos informamos y recomendaban a Ruben Dario Cesar, la vino a ver y ordenó carpa de oxigeno.

Asimismo le recetó una gotas de auromicina que debía tomar. Entretanto desde las 19 que volvi del cine y la actualidad ya eran las 22 hs. Salí disparado a buscar farmacia de turno. Fui a una no tenían, reclame en otra carecían del producto, para colmo cuando se retiró el Galeno le inquirí sobre su parecer sobre la ilustre enfermita y me espeto” esta en las manos de Dios”.

Es fácil imaginar mi estado de culpa por haberme ido al cine, el dictamen del doctor y las farmacias que quedaban retiradas unas y otras; la noche que nos llena de angustia. Por fín otra farmacia en la que invariablemente me dicen que no tienen el antibiotico, desesperado me largo a sollozar: mi hija se muere y no consigo el remedio…..¡que voy a hacer!.

Lo que sigue es de no creer, al verme en tal estado el farmacéutico – como si se apiadara o como si fuera tocado por una rara varita que modificara su postura me dice:espere un momento , voy a ver….”. Y, ¡oh milagro! Viene con el frasquito de las gotas ansiosamente requeridas.

En ese momento no pude darme cuenta que me las estaba negando, ¿Cómo puede ser? Si las tenia????????.

Las tome en mis manos y ¡volé! Era conciente que debía tomarlas cuanto antes. Serían entre las 22 y las 23 cuando regresé. Todos claro permanecimos expectantes…….. nuestra princesita se despertó a las 5 de esa mañana con una sonrisa que
Iluminaba su dulce rostro mientras tranquilizaba las conciencia y los corazones de quienes inopinadamente la habíamos descuidado
.
Son esos momentos de desorientación, cuando uno no tiene a quien recurrir más que impetrar a la Divina Providencia, que nos respondió rapidamente de forma positiva.

Después, más sereno, cuando uno recapitulo todo lo actuado, ante lo inexplicable y la salida airosa uno cree ver, como un privilegio, “ como ardió la zarza en medio nuestro, sin quemarse ni dañarnos, volviéndonos salvos”


Colorarío: quiero dejar expresa constancia que antes y después de esta experiencia, en contadas y precisas ocasiones, he tenido esas mismas certezas, como que ante una situación insoluble – de vida o muerte- se repitió la generosidad con que mi destino y mi autoestima me han posibilitado, seguir viendo “el vaso medio lleno” ¡Adelante la utopia!


Jacques Farji Abulafia
Mensaje para Dianita

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