martes, 24 de febrero de 2009

IMPRONTA DE UN PERIPLO

IMPRONTA DE UN PERIPLO

TRAS OBSERVAR UNA FOTO DONDE SE VEN:
UN ALERO, UNA CASA SEMIENTERRADA EN
LA ARENA, HILOS TELEFONICOS, ATRÁS EL
MAR, Y FINALMENTE DETRÁS UNA SERRANIA
CON ABUNDANTE VEGETACION.

Cuesta imaginar escenas de intensa sensibilidad orladas de pasión desbordante, y de pronto, en un mismo contexto, otras que nos llenan de zozobra y desconcierto.

Bien que conocemos las falencias de la “condición humana”, solo que esta vez fue el derrotero, de un destino ,el que acciono , ese mismo que mucha gente cree saber que está escrito antes de nacer.

Tengo una imagen panoramica enraizada en la cassette de mi memoria que sintetiza, en principio, un alero, y como mirando debajo de él surge nítida una casa que otrora fuera confortablemente cálida , hoy aparece totalmente abandonada y cubierta, sus tres cuartas partes, por la arena que el viento trae de la playa –muy cercana- y con un mar profundamente azul, cuyo flujo y reflujo pareciera entonar una musicalidad tan particular en su monotonía del constante ir y venir de las olas, suaves en esta época.

Entre el alero y la casa, observamos tendidos hilos telefónicos, simultáneos sostenes de otros inopinados testigos, que raramente aun no están, de oscuros plumajes.

Hasta aquí el contexto, que sería como cualquier otro, de no haber mediado una impactante historia de amor, cuyos ribetes ahora la han transformado en leyenda, que los lugareños, repiten quedamente, con unción y que intentaré referirles sumido en emoción.

AA/ Como se conocía a la pareja, cuando la citaban de ARMANDO Y AMANDA, fueron compañeros desde la escuela primaria, estaban prendados, noviando, pero el caos económico globalizado, que nunca da razones de sus designios, y no hay a quien quejarse, los separó.

Armando viajo con su familia. Ella se quedó allí con la suya. El se caso en esponsales de conveniencia. Muy pronto su infelicidad le hizo abandonarlo todo. Habían pasado raudos 15 años cuando retorno. En tanto ella estaba acotada de soledad, sin vivir, como anhelándolo todavía.

No podemos extrañarnos que a raíz de la mutua atracción, el fracaso sentimental de él, y el más absoluto ostracismo espiritual de ella, al reencontrarse, buscaran desandar el tiempo que había huido, y asirlo ahora en pos de una dichosa revancha compartida.

Las horas vividas, esas que no se olvidan, fueron inenarrables. El hada buena los había bendecido, al parecer con su varita mágica. Pero…….el diablo , sin arredrarse, no obstante, metió la cola.

El era un gran nadador, una mañana juntos en la playa –Armando estaba exultante- y senteció :

- ¡Voy a cruzar a nado hasta la otra orilla y regreso!

¿Para qué? ¡No lo hagas!, casi le suplico ella.

¡Dejame! , insistió él, decidido se arrojó a las aguas encrespadas.

Desde la playa hasta las serranías eran casi 1.700 metros, para un deportista no es una hazaña como para bajar algún record , y sin embargo se esta jugando una partida inesperada, primero fueron los calambres, luego un traidor ataque cardiaco, ella lo advirtió, sabia nadar muy poco, la playa estaba desolada , sin ayuda alguna a la vista

La situación ameritaba una rápida decisión, no lo pensó más. Si lo perdía a él, lo perdía todo, no trepidó , sin medir las consecuencias fue en pos de su pareja. Ni siquiera pudo acercarse, y se hundió en las aguas. Dos vidas pues que el destino juntó, separó, y que ahora se las cobraba arteramente, o era ¿ para que permanecieran unidas?.

Y………….finaliza la leyenda, que en la fecha que aconteció: un 10 de octubre de………los hilos telefónicos, próximos a la casa, esa que los amparó y ahora esta desangelada, se posan pájaros de plumaje negro como asociándose a la pena, entretanto por las noches, cuando una luna inmensa y plateada, se baña en el mar, se ven a una hermosísima sirena y a un gallardo delfín bailando hasta el amanecer sobre, las ahora, mansas aguas.-

JFA 17-09-04

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