martes, 9 de junio de 2009

UN ALMA CONMOVEDORA

UN ALMA CONMOVEDORA

Comenzaré por presentarme, mi nombre es ELENA, hace años que me inscribí en los cursos para Adultos Mayores, y compartí, entre otros talleres, el de coro ora en la U.B.A. ora en los ámbitos de las aulas del Gov. De la Ciud. Aut. De Buenos Aires.

Esto comenzó en los tiempos, que hoy nos parecen remotos: 1987, y sin embargo tan cercanos, es que el tiempo se nos escurre de las manos, tan rápido, como el agua.

De tanto interactuar en estos días me han convocado, para hacer parte, integrándome a un documental que abarca a 20 países que intervienen y que involucra a los cantos conque, las madres, acunamos a nuestros bebes.

Entretanto el equipo que forman el grupo de realizadores, lo integran –por lo que conocí hasta ahora- un joven cineasta argentino, otro colega de él oriundo de Portugal y la Directora a cargo del evento. Ellos que me contactaron para encontrarnos el martes ppdo, para lo cual les ofrecí mi casa.

Claro, primero encerré a mi perrito compañero, al que saco tres veces por día, munida de bolsa, palita y guantes a todos sus efectos, como corresponde. ¡Es tan bueno!, y tan fiel..

Ellos –el equipo- puntualmente llegaron a las 16 y 30, con sus cámaras y trípodes, tras los saludos protocolares, pasamos – a platicar del intento de relacionar a las comarcas de los países promotores, tomando de ellos sus cantos de cuna, previamente me explaye en lo que significaba para mi el canto, en su sentido etéreo y liberador. Inmediatamente hice un alto ¿como no iba a hablar de mi otro hobby?, que es hacer dibujos y estamparlos sobre tela y aplicarlos como motivo para manteles.

Sin embargo, en mis horas libres, como voluntaria, del Hospital de Niños, he utilizado dibujos especiales, para muñecas, que he distribuido entre las niñas. Todas cosas que me hacen bien, me reconfortan, ocupan mi tiempo, para que la cabeza no se pueble de pensamientos raros, esos que dictan el vivir sola. Últimamente me decidí por anotarme en taller de literatura, cosa inédita para mí, y me voy ambientando, estoy contenta.

Pero volvamos al tema del día: el canto en general y los arrullos de cuna para infantes en particular. Argumente que había canciones que tenía en la memoria, aquellas que me cantaba mi adorada abuela Maria que al comenzar siempre balbuceaba con pronunciada dulzura: “para vos mi almibarada y deliciosa Elenita”.

Claro, ahora a tantos años, me pregunto ¿porque no atinaba a indagarle a ella sobre el significado de las tonadas o de donde provenían las letras, que aun hoy me hacen vibrar.

Estos y otros son lo motivos por los que quise colaborar en este evento en ciernes, que viene para alcanzarnos y que esta titulado “ARRORO”, que me lleva a memorizar una colección de cuentos infantiles inéditos de ese mismo nombre, exentos de truculencias, y destinados a cuidar las delicadas almitas de lo niñitos de corta edad.

Y, claro, estaba lanzada y me permití agregar –que todos nosotros- los que participamos de estos talleres lo hacemos por motivos diversos: mitigar la soledad, ocupar nuestro tiempo –aprendiendo- siendo solidarios y animadores, del taller, en lo que de nosotros dependa. Y fundamentalmente porque comprendemos que es una forma de volver a vivir.

Digo, porque así lo siento, que todo ello me ayuda a romper la rutina de los quehaceres domésticos evitando que me saturen: hacer las compras, cocinar, la limpieza, planchar...

Por suerte tengo mis plantas, con las que hablo; saben... dicen que es bueno hablarles, que ellas son sensibles, que sienten y que se alegran. Bueno... no se en rigor de verdad si es así, pero me place hacerlo, y también que fuera así. ¿Porque no?.

Aquí les confieso que cuando me invitaron a hablar libremente sobre cuanto sentía –para filmarlo- y al género femenino eso es como hacerle sentir “a mi juego me llamaron”, sentí que tenía alas, quería volar....

Dije lo que un ser, sacándose todo de adentro, lo vierte en forma directa, mesurada, práctica, señalando, que suele suceder –con los compañeros de los talleres- surjan amistades sostenidas y entrañables.

No con todos se tiene la misma piel, hay compañeras que escuchan si alguien les habla de sus cuitas, pero ellas no cuentan nada de las suyas, son misteriosas, allá ellas, guardándolo todo en lugar de compartirlo no alcanzan el deshago espiritual. En fin...

Bueno...en un momento que entendí propicio, los invite a tomar un café con galletitas caseras, y departir en un instante de descanso. Y luego continuamos.

En ese momento, vino Laura, mi vecina y amiga, como me vio ocupada, hizo ademán de retirarse, pero la invité que se quedara de “oyente”, en un costado, y así lo aceptó.

Fue una buena idea. Yo continúe explayándome al retomar el hilo de mis pensamientos que se agolpaban y que quería sacarlos para lo que me tranquilice, porque luego de tantos años de vivencias con los coros tengo todo bien masticado, entendido y creo que no me olvide de detalle alguno que hiciera al interés de la charla que me requerían con respecto a los cantos de “ARRORO” y a los sentimientos que están subyacentes y van aflorando naturalmente.

Cuando todo terminó, nos saludamos, en la despedida, para quedar al habla y completar la labor que se verificará, en breve, en el complejo Recoleta, cosa que me comunicaron, ratificándolo antes de irse.

Por la noche Laura, se encontró con mi hijo, y le refirió como y cuanto se había quedado impactada –cosa que a mi no me quiso decir- por el manejo del discurso que desarrollé de temas de la vida, de las relaciones humanas, que afloraban con soltura, sin interregnos ni lagunas.

Un par de días después, tendría la enorme satisfacción, cuando Laura me refirió, con mucho pudor y recato conceptos de la admiración, que me deparaba, mi hijo, cuando le comentó a ella –emocionada espectadora- diciéndole: “Mi Madre es una persona absolutamente capaz, intelectual y didácticamente dotada, de carácter dulce, de clara dicción y una educación envidiable”.

Preciso instante en que se me escapó un espontáneo ¡Guau!...esto es acariciante.

Y Laura hizo hincapié en mis cantos para dormir al bebe, que volqué –dijo ella que se sensibilizó- por el énfasis de una ternura infinita, que nacía del corazón de mi abuela Maria, y salía por mis labios desde el fondo de mi alma:

Duerme, duerme, angelito de mi corazón

Duerme tranquilo acorazado entre mis brazos

Rodeado de hadas y gnomos que cuidan tu sueño

Hijo deseado de mi razón

Duerme, duerme, duerne mi amado niño...

JFA - 08-06-2009.-

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