viernes, 12 de junio de 2009

SUGESTIVA Y PELIGROSA

SUGESTIVA Y PELIGROSA

“LA CARTA DE LITO, AHORA

ANTONIO, LO HABIA FORTALECIDO”

Recurrentemente recogemos el hilo de aquel tema, sobre el hombre, que no esta hecho para vivir en soledad, idea que está metida en las raíces de la vida misma. Con Adán y Eva.

Sin embargo, cuando la cosa se complica, como para caer entre rejas, esa temática se va rumiando de otra forma.

Evidentemente, ahora que la padecía, su humor cambiaba de manera drástica, es que ya llevaba 6 semanas de detención, y el “chiste” del encierro lo tornaba loco, desencajado el que era libre como los pájaros, y lo peor no comprender como había llegado a tal extremo.

Tenía, bien presente, que una noche de juerga –como tantas otras- había trabado una circunstancial relación con una misteriosa mujer a quien llamaban Chela.

Ella era dueña de una ponderable sugestión, que le afloraba por los poros de una piel suave y perfumada con una enorme delicadeza; daba la impresión de ser culta, tenía garbo, y una elegancia que brotaba natural- digo, no debía esforzarse en lucir.

Sin embargo, toda ella venia envuelta en un halo de misterio indescifrable. El la veía como se intuye, cuando leemos, una novela de éxito, que en breve será Best Seller.

A estas alturas ya empezaba a intranquilizarlo, ese algo que lo inclinaba a ella, por la cercanía de esas noche a noche, frecuentando el incitante escenario, que también acariciaban sus pies, donde las copas, la música que hacia simbrear los cuerpos, mientras los tragos exuberantes de alcohol, catalizaban ese final anunciado.

Entretanto el enigma, que ella, encerraba en su interior, la hacia extrañamente etérea, como un hada, capaz de esfumarse detrás de los espejos como en las sesiones de magia, mientras él iba aquilatando ese deseo de ahondar en esa existencia femenina –llena de encantos- que tanto lo atrapaba.

Ella se mantenía celosa en la custodia de su intimidad, mientras él se preguntaba:

-¿Que hará cada día?

-Todavía no comprendía que cuanto más supiera más en enredaría entre las polleras de Chela, para decirlo de alguna manera.

Y. ¿que hacía los fines de semana que la llevaba a despedirse el jueves, para reaparecer el lunes?

-Cuando él en un atisbo –casi impertinente- se atrevió a intentar indagarla, ella lo paro en seco cuando le dijo con dureza:

-“Son cosas mías”.-

-¿La volvería a ver el lunes?.

-¿Y si desaparecía, donde buscarla, si no tenia asidero ni referencia alguna?

_¡No!, dijo, esto no es para mi,. No quiero vivir con ansiedades.

-Pero seguidamente claudico. Era tarde para esos alardes

-Entonces: ¿que secretos inexpugnables había en su parábola vivencial, ya que por un lado era capaz de dispensar, entre los parroquianos y habitúes conocidos, favores a manos llenas, sin una expectativa de nada a cambio, y un hecho paradójico –en estos sectores de la vida mundana- dejar o posponer sus cosas, sus intereses, por favorecer alguna necesidad urgente de una amiga (o).

Claro, que desde una celda no se tiene la misma visión que cuando uno se halla en libertad, es que encerrado, se diluyen los planes, y no prevalece alternativa alguna, momento en que cundía el desaliento aparece el carcelero a repartir la correspondencia, era la que esperaba, su abogado le informaba, que su tema estaba solucionado, que ya había oblado la fianza, y que en el día siguiente, saldría en libertad a las 10Hs, y que él-su abogado- iba luego a finiquitar todos los trámites y papeleríos legales a sus efectos pertinentes para dejarlo libre de culpa y cargo. Allí respiró aliviado. No era para menos.

Una vez que estuvo en libertad, se enteró que Chela –en momentos de entrega y mansedumbre- por los efectos del alcohol, había puesto abundante droga, entre sus ropas- para evadir su responsabilidad, en una redada, policial de rutina, donde cayeron todos, en medio de una requisa enérgica y desusada como para manifestar celo “vigilante” en el cumplimiento de ordenes preexistentes esas que tantas veces se soslayan, pero...¡ esta vez no!.

En los interrogatorios posteriores Chela accionó por derechas, y en un rapto de honestidad inopinada, lo cubrió, como para demostrar que él estaba ajeno a todo, salvando su responsabilidad. Eso si a la misteriosa Chela no la vio nunca más.

JFA 11-06-2009

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