lunes, 15 de junio de 2009

Evocación

Evocación

AYER NOMAS LUCIAS PONIENDO BOCADILLOS

OPORTUNOS, CHISPEANTES, QUE TODOS

CELBRABAN, DE PRONTO LOS CLARO –OSCUROS,

ESAS NATURALES LAGUNAS QUE PRESENTAN TUS

DUDAS, NO TEMAS, ES POR QUE ESTAS VIVO.-

Nunca se sabe... ni cómo ni por qué procedemos como lo hacemos.

A veces somos títeres de un destino, que así llamamos, a esas suertes de aciertos y errores graves que vamos acumulando en el camino.

Hay un joven en cuestión, ¿por qué no? si están inquietos de transitar acontecimientos, es Alberto –ver foto- ¡tan lindo el desgraciadito!, de mirada penetrante, lánguida, implacable, y claro, aparece una muchacha rubia, sugestiva, hermosa, es Elsa.

Se conocieron en un encuentro furtivo, era después del mediodía, ella estaba con una amiga, los candidatos al estrellato habían quedado prendados en la primera mirada, eso que se dice: “fulminante”, como si sellaran un pacto para no separarse nunca.

Enseguida, simultáneamente inventaron salir juntos, pero eran tres, Alberto solicito un instante y corrió a un teléfono desde donde llamó a su primo Mauricio, le explico rápidamente la situación para que le “hiciera pata”, que él no quería perder por nada del mundo esta oportunidad.

Así compelido, Mauricio que comprendía la situación (él también era joven, pero mas experimentado), trató de explicarle que estaba trabajando, que no podría salir, de los consultorios médicos, Alberto mostró su desesperación y ante la advertencia de que la “amiga” con la que el compartiría era también un bombón, el indeciso se allanó, y antes de las 14 y 30 estaban todos juntos.

Cruzadas, que fueran, las presentaciones de estilo. Dispusieron ir a tomar un café para ir templando el ánimo, la tarde estaba gris lluviosa, lo que ameritaba ir al cine, pergeniaban, claro la estrategia de un primer acercamiento, amparados por la semipenumbra de la exhibición cinematográfica, esos impulsos de la arrolladora pubertad, hicieron el resto.

No lo pudieron ni quisieron evitar –débil es la carne- a la salida cada galán acompaño a su pareja. Ellos se marcharon juntos a ese momento de felicidad, que los recuerdos señalarían, como intensa e indeleble, para que se comprenda mejor el calor desarrollado fue tan enorme que las sábanas impregnadas de dulces sudores parecían extraídas de un lavarropas.

Así siguieron. Elsa que era enfermera terminó jugándose por Alberto, alquiló un pequeño departamento en Liniers, de una humildad franciscana, pero lo tenía limpio, y había puesto todas carpetitas blancas almidonadas, cortinitas floreadas y una calidez conmovedora, nunca lo llamo por su nombre, solo le decía: “querido” con una dulzura penetrante que él sabía corresponder. El romance se extendió por seis meses. Casi todos lo días.

Hasta que una vez –siempre la hay- por un triste y apresurado mal entendido, riñieron acerbamente, a esa altura de sus mieles y ella quedó muy herida.

No habíamos apuntado que Alberto estaba ya comprometido con bastante anterioridad, lo que alguna vez su doble vida lo haría estallar todo, podía perder su labor de visitador médico, del laboratorio, donde su futuro suegro era el gerente, y aún así la buscaba como un loco, por las calles donde la supo encontrar la primera vez. Elsa levantó todo y desapareció. La chica a su vez estaba noviando con un médico –bastante maduro- del Hospital de Clínicas. No se vieron más.

Algunas veces, y no son pocas, Elsa recuerda los momentos vívidos con un dejo de nostalgia, de honda pena y dolor cuando –entonces- enterada de todo lloró amargamente.

El no pudo recuperarse rápidamente, Jamás la olvidó. La foto es un mudo testigo de aquel final inopinado, penoso, remedo del torpe fin de un incipiente y hermoso romance donde les falto esa dosis que da la experiencia.....y no pudo ser. ¡ES LA VIDA!.

JFA 18-05-2009.-

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