INCIDENTE
El experto profesor de literatura, les proveía, a sus alumnos, como nadie,
interesantes consignas, y de pronto cuando sus alumnos estaban posesionados
de una de ellas, que ordeno configurar la clase anterior, como tarea hogareña, y
que mantenía a los estudiantes posesionados, de ese “dossier” así fraguado , de
pronto, cambia la expectativa, e insólitamente muta hacia otra consigna muy
diversa.
Esta vez, eran objetos varios, colocados sobre una mesa, producto de la tarea
pretérita -del hogar-que incluía un texto, y un objeto sobre el que versaba lo
escrito, que en principio no debían divulgar.
Entonces les indicó visualizar uno –habia DVD, rueditas para separar los ravioles
caseros, estuches conteniendo frasco de perfume, documentos, un pequeño
elefante de adorno, se supone de símil marfil, y tan grande era la sorpresa de la
impronta, como el peso del enorme paquidermo (vivo) que pesa varias toneladas.
En fin... dice la canción: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
¿¡Y que pasa?
No pasa nada, es solo la sorpresa de los inesperado, a una parte de la gente le
gusta, son inquietos, y otros menos aventureros, mas tranquilos quieren la cosa
sin sobresaltos.
Allí es donde quizás nos demandemos: ¿acaso no es parte de la sal de la vida?.
Pues claro que sí. Seguramente ninguno de los alumnos olvidará una experiencia
tan rica como inédita: un suceso, sus consignas, las que habían traído de sus
casas, digo la tarea, y la que inopinadamente surgió en el aula. Hay que ser
mesurado para opinar, no adelantarse a lo que uno no sabe, por eso es un
alumno, caso contrario sería profesor de un curso propio. Es como se ve una
gran verdad –inocultable-que surge como el corcho en el océano.-
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