martes, 16 de agosto de 2011

UNA HISTORIA BAJO LA BOVEDA CELESTE

UNA HISTORIA BAJO LA BOVEDA CELESTE

TODOS TENEMOS IMPLACABLES DUDAS DE FRACASAR AL
ESCRIBIR; SOLO LA FIRME ACTITUD DE CORREGIR NOS DA
ESA SERENIDAD ESPÍRITUAL DEL DIPLOMA QUE BUSCAMOS.-

Hijo de una familia inmigrante, nuestro personaje –siempre hay uno o más- en esta historia que viene acompañada de tintes crudos, no es común que en la existencia todo sea color de rosa, pues bien este joven próximo a una veintena de dinámicos años, preciso momento en que sus padres creyeron propicio, como lo mejor para él, que en base a sacrificios económicos, que en estas épocas no han sido fáciles, lo enviaran a Buenos Aires, habiendo cumplimentado ya la etapa secundaria, a estudiar y labrarse un porvenir más brillante que el que le podía augurar un pueblo modesto del interior del país.

Solo en la gran urbe, aturdido por sus luces y ruidos, abrumado por tanto atractivo inopinado, trabó amistades “non sanctas” y se obnubiló tras una muchacha mayor que él, que llevaba una vida harto irregular; trabajaba en una de esas “Academias de Baile” donde las chicas reciben un cospel, a un paso luego de cualquier desliz; el chico entretanto de astuto nada, tan falto de cariño se encontraba que su ausencia de tino para conocer el paño lo llevó, rápidamente, a proponerle matrimonio, una impronta de lo mas descabellada que él no podía dimensionar.

Ella picara, demoro la respuesta por unos días con el fin de ponerlo más y más ansioso y entusiasmado, la muy taimada; pero había un detalle que ella no dominaba, claro, inesperado y era que el tenia comprometida su incorporación bajo banderas, para cumplimentar el Servicio Militar Obligatorio en aquellos momentos que con sus 20 años no podía eludir. No tuvo tiempo de premeditar un prorroga ni de contraer nupcias para exceptuarse. Así son las cosas, a lo que hay que adicionar su impericia.

Le toco Tierra en el sorteo, su destino fue en Campo De Mayo en la Prov.De Bs.As de la que era oriundo.

Cuando el diablo, de pronto, sin decir agua va “pone la cola”, nunca se sabe en principio si es para bien o para mal, pero dicen los antiguos,” que de estas cosas saben”, que esta escrito en la palma de la mano el mapa del desenvolvimiento de nuestra parábola existencial.

Pero veamos, tan solo a un mes de estar integrado en su Compañía sufre una extraña dolencia, que se manifiesta con dolores de cabeza insoportables, mientras solo él y sola su alma se afligían más y más. Después de una semana de internación en el cuartel, como lejos de mejorar empeoraba, con un síndrome desconocido con fiebre devoradora; una ambulancia del ejército lo condujo al Hospital Militar Central donde lo alojaron en la sala general destinada a la tropa.

Por fin, una tarde, en forma inesperada llego la visita de su “prometida” la que al verlo en las condiciones en que se hallaba, hecho un trapo, dijo para sus adentros: esto no es para mí, lo saludo sin acercarse temerosa de algún contagio, agrego nos estamos viendo. Eso si para no inquietarlo, la farsante actriz consumada, hizo como que estaba preocupada –el amor todo lo puede- y no volvió más.

El muchacho se sentía desahuciado a diestra y siniestra, jamás aviso nada a la familia, además ni fuerza tenia de escribir postrado como se hallaba. Solo atino desolado a pronunciar, muy quedo, oraciones aprendidas de muy chico.

A partir de ese momento los médicos participaron de la visión que él mismo tenía de si, se veía como estaba acostado en la cama tendido debajo de las cobijas, totalmente tapado, sólo como si fuera una foto afloraba su cabeza. Si sus ojos miraban hacia abajo, no veía nada del resto de su cuerpo, no sentía sus hombros, sus brazos ni sus manos o el torso o las extremidades ni sus pies. ¡Que acontecía?

Esa situación de parálisis pasajera estimaban los médicos contemplando su cuerpo atlético, que sus reservas físicas ayudarían a una recuperación total, pero el tenía que sumar su voluntad. Y no se rindieron. La eritrosedimentación daba altísima, agregaron al tratamiento grageas, suero, inyecciones endovenosas, estreptomicina, análisis diarios completos. La fiebre comenzó a ceder, su alimentación era de muy buena calidad habida cuenta que había sido trasladado a una habitación de 3 plazas para la jerarquía de suboficiales. A la derecha tenia al un suboficial de la Marina, de Punta Alta, y a la izquierda a otro suboficial del ejercito que era jujeño, estos circunstanciales compañeros le tuvieron mucha consideración ayudándolo dado el grado de debilidad en que se encontraba.

Cada día nuestro soldado continuaba sin sentir los hombros, no podía sentir sus brazos, los kinesiólogos accionaron sobre sus manos rodillas y piernas: después lo llevaban por la mañana a ejercitar sus piernas en las piletas climatizadas donde el cuerpo parece perder peso en un 80% facilitando el tratamiento-.Poco a poco volvía a amar la vida, pudo dictar una carta a sus padres, que desesperados al enterarse de tanto infortunio vinieron a buscarlo a Buenos Aires en el momento de su alta de H.M.C, y la baja del Ejercito, ya que en esas condiciones no podía permanecer.

Haciendo un raconto no costará mucho imaginar sus elucubraciones, en los momentos más álgidos, de la sin razón que la razón no alcanza a desmenuzar para asimilarla. ¡Tierra trágame! Era lo menos que se clama en tales condiciones.

Claro afortunadamente las cosas se fueron acondicionando paso de terminar azorado a comprender lo deleznable de una vida en la que uno no es dueño de si mismo, hasta que por fin se verificara…casi… su feliz resurrección, rodeados de los afectos de sus seres queridos.

Referirles estas cosas me producen, de verdad, digo ese escozor propio de la incomodidad, que subleva y que lastima, a la postre una crónica que no debió ser.

Felizmente hoy trabaja con su padre, con fructíferos dividendos; se caso con la primera novia de la secundaria, tienen un bellísimo casal y los abuelos chochísimos.
La vida a veces da sustos, pero cuando hay buenas bases parece que hasta la Providencia ayudara a recomponer la existencia familiar. Por suerte ¡Claro!.Cuando el muchacho viendo el vaso medio lleno exclamaba: lo mejor está todavía por venir.-.

JFA 12-08-2011


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