lunes, 15 de agosto de 2011

EL CALZADOR

EL CALZADOR

Todos nosotros tenemos necesidades complementarias, entre las que incluiré, por ejemplo: Corte de Cabello; Servicio de Pedicuría, entre otros.-

Señalé estos dos, dado que mensualmente los utilizo en el Sindicato al que pertenezco por las actividades comerciales desarrolladas, mientras como dice el tango “yo era solamente un trabajador”, hoy devenido al ser adulto mayor en jubilado, semi olvidado de la mano de la sociedad.

El sindicato tiene otras actividades, entre las que se cuentan: turismo para todo el país, con las mejores tarifas de plaza, y fundamentalmente, la cobertura médica de la salud en todas sus especialidades y disciplinas en que hoy se divide la medicina, con odontología, oftalmología, etc.

De pronto una de estas mañanas –al despertar- memorizaba un sueño, porque todos soñamos, claro, a veces lo olvidamos sencillamente porque por un mecanismo de nuestra psiquis nos lo estamos negando, como si no hubiera existido, pero en esta ocasión no.

Me había presentado en la ventanilla distribuidora de actividades en la entrada obteniendo un número para que me atendiera Francisco, un atento oficial de peluquería, que antiguamente había actuado en una orquesta de aquellas que animaban, años atrás, en las confiterías del centro, particularmente, aunque también las hubo en los barrios mas distinguidos: Belgrano, Flores, Almagro y otros. Por ende como se puede enhebrar es una persona de alguna sensibilidad especial, delicado, con quien se puede conversar, con él reemplace a otro que era vanidoso y de un capricho casi supino que quería hacer lo que yo no necesitaba en mi corte con una escasa cabellera por imperio del paso de los tiempos.

Después de su atención pase al camarín de la Pedicura Rosita, persona de muy buen trato y que me asiste sin causarme esos traumáticos dolores u otras molestias.

Claro, me quito el calzado, ella al finalizar su tarea se aboca, espontáneamente, en ayudarme a ponerme las medias elásticas que tengo indicadas por mis varices, y a continuación me extiende el calzador que colabora para calzarme con mas facilidad, pero en este día no lo tenía, ¿vaya uno a saber lo que paso?. Naturalmente es solo una trivialidad.

Fue entonces, y solo entonces cuando le dije: voy a la entrada a ver si logro ubicar alguno, y no porque ella no se ofreciera a hacerlo, sino que tenia otros parroquianos en su espera y quise colaborar, además la impronta del sueño así me lo delineaba, no se porque pero así lo ameritaba que fuera descalzo, bueno que ya dijo Calderón de la Barca que; !” Los sueños, suelos son!”.

En lugar de ir hacia la entrada, mi brújula biológica me envió hacia atrás, o sea la peluquería de damas –¡pícaro yo!- pero de verdad no puedo determinar el ¿Por qué? de mi caprichoso derrotero, quizás sea otra vez designios de mi ensoñiación, pero sigamos adelante, allí me encuentro con un hombre en silla de ruedas, pienso que pedía ayuda por su condición física y evidentemente económica, entonces después de saludar educadamente solicito si alguien me puede prestar un calzador, ipso facto el hombre toma uno de sus pies, se quita el calzado deteriorado, muy deteriorado y de la parte de atrás del talón de su zapato o zapatilla –no lo recuerdo- retira un calzador pequeño que encastra perfectamente en él, y con atento ademán me lo ofrece…

…casi lo rechazo al verlo en condiciones higiénicas sumamente deficientes; el hombre insiste con tan buena voluntad que vence mi resistencia y lo acepto; en el interín se sucede un cambio verbal de ideas de la política entre los circunstanciales afiliados presentes, el hombre de la silla defiende la óptica actual del gobierno en ejercicio porque parece que le otorgaron aun plan de “ayuda” de la vena jubilatoria, por su situación y edad.

No había mucho plafón para el diálogo y ya se sabe de la rispidez que suponen un cambio de ideas entre posiciones encontradas. Observe rostros oscoz y sin aparentar interesarme demasiado dije que para mi solo tenían valor político aquellos gobiernos que practicaran la inclusión social, que pugnaran por conseguir el pleno empleo, lo que reduciría la desocupación, y que cíclicamente revisara los Convenios Colectivos de Trabajo para que la inflación no se comiera los salarios de los trabajadores, suponiendo que atendiendo estos ítems descontaba que en el Estado había voluntad de resolver todos aquellos problemas a los mas necesitados. Agregue que era menester atender a la clase pasiva, merecedora de compasión no solo en las palabras designándolos como “nuestros queridos abuelos” sino oblando en consecuencia sus haberes en consonancia con la inflación mensual, ellos no tienen otros recuersos, hay que pagarles porque ellos lo necesitan para seguir viviendo dignamente sin que la aflicción los rodee y asedie, ante cualquier eventualidad desfavorable ya que se los ve demasiado vulnerables.

Dicho lo cual me disponía a retirarme, preciso momento en que el hombre me dice:
“toma, llévate mi perra. Y me estira con gentileza la correa, era una bella ejemplar de esas que tienen pelaje dorado, y con una cara de buena que enternecía, y que yo a decir verdad no había advertido en la escena.

Tome la correa y me fui por el largo corredor hasta el box de la pedicura Rosita para recuperar mi calzado. Pero a mitad de camino hallamos a un hombre con un perro grande, blanco, gruñón, muy bravo, ladrando desaforadamente que le costaba contenerlo con su constante;”callate Ruidoso…callate”, reparo en la perra que yo llevaba -¿para que la habré traído?

Para colmo parece que Ruidoso andaba alzado y quería aparearse con la perra, felizmente pude sortear el trance con la ayuda de dueño de Ruidoso y llegue por fin al camarín de la Pedicura Rosita, un poco molesto por la presencia física de “el calzador”, que no obstante me saco del problema.

Ergo: Lo que importa no es la apariencia física, sino sus bondades de que sea funcional, como ayuda, para la dificultad a sortear…y me desperté.-

JFA 08-08-2011

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