lunes, 15 de agosto de 2011

DE SORPRESA EN SORPRESA

De sorpresa en sorpresa

Cuantos filmes de fantasías árabes, ¿recuerdan?, años antes, si, claro las del muchacho bello y simpático junto a aquella chica tan atractiva, que huían, camino del amor, en la inolvidable alfombra mágica.

Pues bien volviendo a nuestro personaje (siempre hay uno) –que señalaremos como el de “la alcancía”- empuja inopinadamente una botella de plástico, de la que necesariamente debe saltar su tapón, abriendo el esquicio, preciso momento en que sale de su encierro el clásico gnomo de marras, de estos cuentos tan particulares, entonces, y solo entonces, le ofrece a nuestro héroe circunstancial la oportunidad que eligiera un solo mandato que él aceptaría concedérselo, casi como una promesa.

Nuestro hombre sabía que en una alcancía estaba encerrada la llave del Tesoro del Estado, por lo que en consecuencia solicita ser introducido, secretamente en ella; el primer objetivo estaba cumplido, ahora el paso siguiente, con la llave en sus manos, el solicitante con deseo concedido, debía pugnar con el… ¿Cómo salir de de su encierro? y acometer su encantado anhelo –por decirlo de alguna manera- y adviertan ustedes, tuvo éxito, por una suerte a toda prueba…el niño a quien pertenecía la alcancía, en ese instante, se dispuso a abrirla, y de pronto otra vez se accionó el encanto mágico que lo devolvió, a que nuestro personaje, se corporizara.

Ni lerdo ni perezoso, fue rápidamente en pos del Tesoro, ni bien llegó algo le venia raro…no había persona alguna para oponerse a su paso, y ya empezó a indagarse ¿ porque?, sus dudas iban en aumento; sin embargo siguió adelante…las inmensas puertas con enormes ruedas automáticas cedieron a la acción de la llave maestra, y cual no sería esa sorpresa que el silencio circundante se lo señalaba a los gritos no se encontraba suma alguna de dinero, ni de acciones ni de otros valores, se
leía solo un cartel adornado con moñitos; ESTAMOS EN DEFAULT.

Esas letras retumbaban en sus oídos como fortísimos ecos de los Andes, casi desde la cúspide del Aconcagua… es que no era cosa poca, claro.

De modo que el también atino a gritar: “hasta cuando”.
La respuesta no se hizo esperar: “por lo menos hasta el 2050”.

Solo se escucho un: “tierra trágame”, y un sonido seco como que su cráneo se partiera al caer desvanecido hacia atrás…

…Y, colorín, colorado…

JFA 03-08-2011

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