jueves, 19 de mayo de 2011

La vida, manojo de emociones

LA VIDA; CASCADA DE EMOCIÓN

Cualquier persona en el traslado evolutivo de su parábola existencial puede perder algo muy valioso; una joya, una amistad, la salud, un documento, pero nada tan superlativo como la vida.

Hace muchos años, en 1949 pedí adelantar mi Servicio Militar, ya que muy enamorado, quería sellar esa relación con el pacto matrimonial.

El destino quiso, que rápidamente ingresado, contrajera un tremenda enfermedad, más en aquellos tiempos, que hoy parecen remotos. Sin embargo mi Fe me hizo clamar al Sumo Arquitecto, y su mano generosa y ancha me hizo eyectarme –tras tres meses de internación- otra vez a existir normalmente.

Aquí hago un breve digresión al margen:”¿Qué es normal”? diría me amada hija Diana, que está en todas partes, decidida discípula de Lacan como Psicóloga, quizás mi nombre de pila –Jacques este involucrado-inclinara la balanza, no lo se, solo es una chanza.

Pero quiero decir, volviendo al principio, me recuperé y viví con mis amados padres, y hermanos, tuve mi boda, conocí las mieles puras del amor, mis hijos y mas tarde las delicias de los nietos en el cálido otoño de la existencia, para llegar ahora mismo a mi bisnieta Violeta 7 meses para ocho, el premio más inusitado.

También hubo otros golpes severos; seres amados que parten de la existencia adelantando su viaje, que siempre es prematuro para los que los amamos.

En otro orden conocí a ramilletes, bandadas de almas gemelas, en mi largo camino, y en los talleres, cuanto en otras actividades sociales afines. Realmente un alto reparador en el camino.

Siento que a todas luces valió la pena recuperar la salud y la vida plena para disfrutarla en compañía de los seres queridos y los amigos en cada momento que compartimos café de por medio.

Y de pronto, uno sale inopinadamente en paseo de una semana a Villa Gesell del 9 al 16 de abril, pleno otoño y disfrutar 7 días de sol. En uno de ellos, estábamos en la playa, porque ratifico que era casi de verano, le dije a mi esposa: voy a la orilla; ella sabe que disfruto al poner los pies en el agua, maragato como soy, nacido sobre el Atlántico, había muy pocos turistas, ya la temporada estival había mermado su concurrencia ostensiblemente, y sentí como que me escindía del suelo, memento en que me invadían dulces fantasías como que esas olas que venían…y venían… y venían…traían consigo hadas y gnomos que quedaban suspendidos en el espacio, mientras los delfines azules danzaban saludándome con su bondadosa alegría tan comunicativa sosteniéndola hasta que aparece una sirena dorada, la que abrazándome decididamente me arrastra a los mas profundo bailando una danza –tenue- marinera impregnada de una musicalidad que jamás había oído…¿inédita?...¡quizás! y por fin ceso el abrazo ( lo bueno no dura) y me devolvió a la playa (no le habré gustado).

De pronto el Arco Iris se dibujo-sin lluvias previas- en el horizonte, pero no teman, no me enloquecí, solo quizás soné, y recordé el pacto del Señor con su pueblo elegido, tras el diluvio decretado como castigo, de lo cual se arrepiente y promete no volver a penarlo.

Entretanto en otro rapto ya de vuelta del ensueño no había hadas ni gnomos, ni sirena ni delfines, pero estaba ella. Mi novia de siempre, esperándome, la abrace muy fuerte y nos retiramos al Marges un complejo lujoso que nos asignaron. Concluía así nuestra nueva luna de miel.

Pero faltaba algo…esa noche el viento y el mar aullaban desde las vísceras del océano, desde lo hondo de la noche, pronunciando al silencio sentencias, recuerdos, sucesos que este jamás revelará.-

JFA 14-04-2011

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