Y O L A N D A
MADRE CORAJE UNA GRAN SEÑORA
Cuando se han transitado todos los caminos
de la vida, y nos vamos acercando a esa
armonía interior que nos ofrece la naturaleza,
solo priorizamos la beatitud que ilumina la
paz de la conciencia, entonces, y solo entonces
podemos discernir –acabadamente- la
grandeza de esta enorme mujer.
Arribada de su tierra natal – Corrientes- no obstante,
“la gran vidriera” no la habría de obnubilar, y
trajo encendidas, en su pecho, las visiones de la
majestad de un “Padre Fundador de la nacionalidad”:
El Santo De La Espada, y de él recibió su máxima:
“SERÁS LO QUE DEBAS SER, SINO SERÁS NADA”.
Ella, permanentemente, fue laboriosa, creativa, fue
puntal en técnicas de belleza femenina y puso sobre
ellas todo el esplendor para que lucieran como reinas,
a la luz de que ella misma era, es y será una perfecta
romántica soñadora, plena de emociones a la que le
encantaron, siempre, la tiras mediáticas de alto
impacto emocional.
Supo de los temporales que azotan con furia inusitada
la cumbre de una montaña, así sufrió los avatares
que el destino le interpuso una y otra, y otra vez,
mientras enhiesta apuntalaba a sus familias de aquí,
y de los lares donde vio la luz, y puso a su servicio
el envío de hermosos ropajes, para que la vida
económica de sus seres queridos no tuvieran
desasosiegos ni interregnos jamás.
Tentada reiteradamente, a residir en Europa por
cordial invitación de una “hermana que le otorgo
la vida” ella seleccionó como ameritaba estar
al lado de su amado hijo, sintiendo que ella tenía
la imprescindible necesidad de saberlo
integramente feliz. A veces las cosas no son como
uno cree que deben ser, y no podemos rebelarnos,
pero su fe infinita le hacen saber que sus pasos
siguen las huellas del “DIVINO MAESTRO”.
¡Adelante dulce Yolanda, quienes te conocemos
disfrutamos de la pureza de tu aprecio!
JFA 03-11-2009
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