lunes, 10 de agosto de 2009

P E L O T A

Todos contra todos entre gentes de dos siglos.

Hay veces, en que las palabras, no me imprimen el mismo atractivo, digo...no me incentivan. Nadie se culpe, claro que ello depende de los vientos indescifrables del destino, de cada cual, y el momento y hacia donde nos va transportando nuestra parábola existencial.

Es que todos estamos tan preocupados... cuando no nos anuncian el apocalípsis, con la debacle del fin del mundo, de las ideologías, de la historia misma, aún a sí me atrevo a deciros (intuitivamente):

-No temaís – por amor del Creador- creo, pienso y lo expongo que Él no ha trabajado estos millones de años, que nos anteceden, para que concluyamos destruyéndole su obra, o sea: La Armónica Naturaleza.

Nosotros, seres petulantes, más pequeños, casi insignificantes frente a tanta magnificencia –no llegamos de ninguna manera- a Su Imagen y Semejanza, siempre impenientes, absorbidos por nuestros desaguisados.

Pero... en otro orden de tópicos, y salvando las distancias, advierto que lo que prospera es “la pelota”, aquella que se utiliza en los cinco continentes bajo la castiza denominación de: “Balón Pie” que vulgarizamos como “fútbol”.

Cuando niños, constituidos con los “los picaros caras sucias” de la infancia feliz que supimos disfrutar la hacíamos –manualmente- de papel de diario, mas tarde con una media rota de la vieja –de las que usaban, claro- la fraguamos de “trapo”, después la inventiva del hombre la hizo –comercialmente- de goma, y siguió creciendo primero de gajos de cuero para el deporte profesional y en la modernidad mas cercana son verdaderas obras de creatividad y color; no tan pesadas como las de cuero que el agua de lluvia perjudicaba, y mucho mas sofisticadas –casi lujosas- estas ahora vuelan en cajas de resonancia –llamados estadios, con cómodas butacas y techos corredizos. Todo un lujo.

Mas este conjunto, en nuestras latitudes nacionales esta por estallar, es por un tema subalterno, pero de gran resonancia económica: todos los clubes –salvo un trío de honrosas excepciones- se hallan involucrados en un endeudamiento fiscal y de salarios que asume la categoría de descomunal, tanto como para decir: ¡ZAS! Y que todo se vaya a la mismísima “idem”.

Claro, esto no va acontecer, creo, el fútbol es un arma política, en efecto se trata de una válvula de escape emocional para las masas, en el orden social ya que concurren a los estadios: deben viajar, a veces largas distancias, sufrir con el club de sus amores y la suerte que corre en cada cotejo semanal, allí consumen cantidades industriales de adrenalina, que esa calurosa acción colectiva desarrolla, y sea como fuere, hasta después de las reyertas a la salida -{bajo la celosa mirada policial para que no se “salga de madre”)- llegan de regreso al hogar mansitos…

Entretanto, no podía ser para menos, ¿como sino?, todo es...rédito, dinero o platita circulante si hay conque alcanzarla ya sea adquiriéndola (tarjeta plástica) o recibiéndola por labores realizadas (trabajo)...todo va más o menos bien.

Ya se sabe que los pagos por trabajos, para la clase asalariada son exiguos, siempre luchando por la actualización de los salarios –que van caminando- mientras los precios de la canasta familiar van por la escalera... y, sigue rodando “la pelota” sin solución de continuidad.

“Soluciones, que las hay, las hay, pero yo no las tengo”, dijo un conspicuo dirigente político, por la década de los años 50, del siglo anterior, cuando una de las crisis cíclicas estaba a punto de tumbar al gobierno constitucional, al que se le escapaba de las manos la lógica del un equilibrio que se rompía.

A partir de allí todo se hace más contemporáneo. Entramos en “nuestro laberinto” y...que hay salida, bueno...! si¡ ¡ la hay! Pero... hay que romper muchos tabúes, y eso es problemático, hay tantos intereses que se interponen, y bueno... a nosotros nos ha faltado estatura para hallar la salida que no encontramos.

Bien, tomado todo como una juego, hasta aquí... nos corresponde una interrupción para cumplir “una prenda” , que es menester respetar para seguir.

Y, hasta el próximo error que, claro, no va a demorar. No se desanimen que lucimos el diploma de gentes de dos siglos, y “no hay mal que dure 100 años ni quien lo soporte”.

JFA 04-08-09

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