martes, 11 de agosto de 2009

¿Es que acaso sabemos dar amor?

¿ Es que sabemos dar amor ?

O ¿siempre sabemos lo que tiene que hacer
el otro, sin atinar a saber que tenemos que
hacer nosotros?



He visto, desde hace 3 días, que la TV viene machacando sobre otro penoso hecho criminal, que se reiteran ante nuestra creciente preocupación que no conoce techo.

Esta vez, un hombre joven maquina el asesinato de su madre, a quien ultima de 8 cobardes puñaladas, contando con el concurso cómplice de su novia.

Entonces los maestros mediáticos, precursores de la creación de climas tenebrosos y situaciones dramáticas, ponen en juego toda su parafernalia para mistificar el momento, y apelan a todos los recursos a su disposición, deteniéndose en puntualizar que el padre del asesino y esposo de la occisa, al parecer también estaba sindicado, por la joven pareja, para ser ejecutado, pero habiendo sido hallado a tiempo –dopado- salvó su vida, por el momento, mientras los comunicadores artífices del suspenso mas supino –ese que vende- lo extienden todo, cubriéndolo con un velo de misterioso morbo...a develar.

Simultáneamente, el Jefe de Contratos de la Empresa Editorial donde desarrollo mi rol de carne de cañón, supuestamente bien rentado, comentó de viva voz, para todos quienes quisieran escucharlo sobre un nuevo libro biográfico, de la autoría, compartida, de dos de nuestros mas activos autores, donde el personaje, que crece en ese texto, desde el punto de vista psicológico, tiene como base los siguientes patrones de conducta (a la postre esclarecedores):

1 A los 8 años fue expulsado de la escuela por insultar a su maestra.
2 A los 15 años tiene un ataque de pánico.
3 A los 22 años se casa con una vecina de 32 años.
4 A los 25 años se recibe de médico, se separa y viaja a Europa donde fija su residencia definitiva.

Ambos casos son motivo suficiente para llamar a un simposio erudito, donde se luzcan los discípulos de Jacques Lacan o Sigmund Freud, que seguramente podrán abundar y es escarbar la temática hasta llegar a Michel Foucault donde en su teorización se unifican el Saber y el Poder; sin embargo lo vamos a descomplejizar, entre nosotros, aún sea que en estos tópicos “toquemos de oído”.

Generalmente la ruptura del equilibrio tiene su meridiano en la gestión inopinada de una progenitora absorbente, dominante y castradora que por el supuesto “bien” de su hijo, lo que logra es trocarlo en revulsivo que va provocando en él la reacción de una conducta inversa, en rebeldía obsesiva, hosca, a todas luces contrarias al pensamiento maternal.

Es que el vástago vive atropellado, acorralado, se ahoga...hasta que se siente sucumbir, y estalla. Nunca se sabe la magnitud, y esas esquirlas hacia donde impactan, uno en el crimen, el primero; el otro eminentemente diverso en lo emocional busca cambiar de “tutelaje”, se aleja de su madre y para hacerlo se casa con una mujer, mayor que él, y ciertamente más madura – o no tanto para las consecuencias que le puede deparar- y vive con ella. Un yugo para liberarse del otro.

Ahora ya no insulta, no hace falta, ni se siente panicado; a tal punto ha crecido, que se siente seguro, tanto como para dejar a “la segunda mama postiza (la esposa)” rompiendo las cadenas de la libreta matrimonial.

Es mas, esta determinado a evadirse “de los lugares que solía frecuentar”, buscando nuevos aires...se va a Europa, él es un profesional, y allá hay opciones, oportunidades y está dispuesto a asirlas. En una palabra: “ha abierto la jaula”.

Es bueno acotar como siempre decimos que el hombre nació para vivir libre, como las aves, y estas nos dan una increíble lección: no incuban en cautiverio para evitar que sus crías acepten la reducción a la esclavitud y el encierro.

¡Que maravillosa y sabia es la naturaleza!
¿Verdad?.-

JFA 06-08-2009

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