CITA A CIEGAS
NO ACIERTO UNA…
Para nada es mi perfil, pero bueno…me encontré con
ella, eras ideal para mi ¿pero en una cita a ciegas?. Parecía increíble que
fuera cierto, resulta que un amigo común, que la conocía de vista, ergo era
poco lo que sabía de ella, fue el autor de este “gancho”.
La encontré un poco ensimismada, no digo incomoda sino que algo arrastraba (¿psicólogo
yo?), no lo entendía bien, trate de romper el hielo, hablando de temas varios,
como aquel que no quería la cosa, intentaba hacerlo paso a paso, en un momento
le tome suavemente su mano, y de pronto se echo a llorar, no había motivo,
bueno yo no lo comprendía y razone: ciertamente son resabios anteriores, de su
vida de esa que yo ni conozco o intuyo.
Ella enseguida me lo revelaría, allí musitó: “me
complace estar con vos, pero estoy comprometida” (¿para que vino?), me complace
estar contigo, no se porque vine, perdoname,
se soltó de mi mano y marchándose
se perdió en la semipenumbra de la
tarde-noche.- ¡Que suerte la mía¡.-
JFA 16-04-2013.-
Recuerdo juvenil
Si en un momento dado, alguien me azuzara para
memorizar un lugar, en la casa- que en
mi infancia era ni preferido-
naturalmente retornará –de alguna
manera- el lar, en que nací: Carmen de Patagones, y de allí a la visita de mis
Padrinos Lea y Saúl (eran dos viejecitos muy cariñosos, dulces que se sabían
hacer querer), la Tía Lea
era además hermana de mi abuela paterna Sarah –que siempre vivió con nosotros-
mi padre siempre los respetó y les profesó mucho afecto en reciprocidad al de
ellos.
Así fue que los rescataba, para absorberlos de aquella
soledad, en que habían quedado al venirnos nosotros a Buenos Aires.
Nuestra habitación, digo la de mi hermano y la mía, la
cedíamos gustosamente a mis padrinos. Mi hermano se acomodaba en un sofá cama en el comedor grande, y por mi
parte me marchaba a la última píeza que era habitación de costura a la entrada, con una forma de martillo.
Además me daba lugar a tener una mitad para mi, era
una casa amplia en la Avenida Federico
Lacroze 3163; esa habitación era doblemente querida, de tarde, hacia mis
laminas de Dibujo Técnico de mi 1er. Año en el Otto Krausse, y aun me parece escuchar a mi padre condolerse y lamentándose porque el tiralíneas hacía de
las suyas y tenía que repetir la lámina ¡tantas veces¡.
Simultáneamente, mientras hacía esas tareas escuchaba
“El gran Teatro Del Mundo” por radio Excelsior cada tarde desde las 15 con la compañia que
encabezaban dos grandes actores españoles: Antonio Martianez con Antonia
Herrera que daban obras tales como: Felipe Derblay -El dueño de las herrrerias-
de Jorge Ohnet, una comedia plena de romance e intrigas; La Importancia de
Llamarse Ernesto, una comedia frívola, en tres actos, de Oscar Wilde O entre otras La Casa de Bernarda Alba, plena
de tragedia, debida a la pluma de aquel
inolvidable Federico García Lorca.
Y por las noches, tras la cena, en esa misma
habitación, tirábamos un colchón para
mi, perfectamente armado con sus sabanas y acolchado, es que era invierno; esa
habitación tenía atrás una ventana notable, no demasiado grande, claro la
habitación tampoco lo era, no obstante era suficiente para que admirara esa
luna de plata enorme, que cada noche, parecía acompañarme, con ella –como
abrazado-era que me dormía.
Claro al despertar , ella femenina y casquivana se
había marchado, sin embargo como en un idilio, cada noche, retornaba, cada
noche más hermosa. Como si me hablara y yo la comprendiera, es más le respondía,
mientras ya vencido por el cansancio me dormía….
Jfa
23-04-2013
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