jueves, 25 de abril de 2013

Cita a ciegas - Recuerdo juvenil


CITA A CIEGAS

 

NO ACIERTO UNA…

 

Para nada es mi perfil, pero bueno…me encontré con ella, eras ideal para mi ¿pero en una cita a ciegas?. Parecía increíble que fuera cierto, resulta que un amigo común, que la conocía de vista, ergo era poco lo que sabía de ella, fue el autor de este “gancho”.

 

La encontré un poco ensimismada, no digo  incomoda sino que algo arrastraba (¿psicólogo yo?), no lo entendía bien, trate de romper el hielo, hablando de temas varios, como aquel que no quería la cosa, intentaba hacerlo paso a paso, en un momento le tome suavemente su mano, y de pronto se echo a llorar, no había motivo, bueno yo no lo comprendía y razone: ciertamente son resabios anteriores, de su vida de esa que yo ni conozco o intuyo.

 

Ella enseguida me lo revelaría, allí musitó: “me complace estar con vos, pero estoy comprometida” (¿para que vino?), me complace estar contigo, no se porque vine, perdoname,  se soltó de mi mano y  marchándose se  perdió en la semipenumbra de la tarde-noche.- ¡Que suerte la mía¡.-

 

JFA                                                                             16-04-2013.-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recuerdo juvenil

 

Si en un momento dado, alguien me azuzara para memorizar un lugar, en la casa- que  en mi infancia  era ni preferido- naturalmente  retornará –de alguna manera- el lar, en que nací: Carmen de Patagones, y de allí a la visita de mis Padrinos Lea y Saúl (eran dos viejecitos muy cariñosos, dulces que se sabían hacer querer), la Tía Lea era además hermana de mi abuela paterna Sarah –que siempre vivió con nosotros- mi padre siempre los respetó y les profesó mucho afecto en reciprocidad al de ellos.

 

Así fue que los rescataba, para absorberlos de aquella soledad, en que habían quedado al venirnos nosotros a Buenos Aires.

 

Nuestra habitación, digo la de mi hermano y la mía, la cedíamos gustosamente a mis padrinos. Mi hermano se acomodaba en un  sofá cama en el comedor grande, y por mi parte me marchaba a la última píeza que era habitación de costura a la entrada,  con una forma de martillo.

                                                                                                            

Además me daba lugar a tener una mitad para mi, era una casa amplia en la Avenida Federico Lacroze 3163; esa habitación era doblemente querida, de tarde, hacia mis laminas de Dibujo Técnico de mi 1er. Año en el Otto Krausse, y aun  me parece escuchar a mi padre condolerse y  lamentándose porque el tiralíneas hacía de las suyas y tenía que repetir la lámina ¡tantas veces¡.

 

Simultáneamente, mientras hacía esas tareas escuchaba “El gran Teatro Del Mundo” por radio Excelsior  cada tarde desde las 15 con la compañia que encabezaban dos grandes actores españoles: Antonio Martianez con Antonia Herrera que daban obras tales como: Felipe Derblay -El dueño de las herrrerias- de Jorge Ohnet, una comedia plena de romance e intrigas; La Importancia de Llamarse Ernesto, una comedia frívola, en tres actos,  de Oscar Wilde O entre otras La Casa de Bernarda Alba, plena de tragedia, debida a la pluma de  aquel inolvidable Federico García Lorca.

 

Y por las noches, tras la cena, en esa misma habitación, tirábamos un  colchón para mi, perfectamente armado con sus sabanas y acolchado, es que era invierno; esa habitación tenía atrás una ventana notable, no demasiado grande, claro la habitación tampoco lo era, no obstante era suficiente para que admirara esa luna de plata enorme, que cada noche, parecía acompañarme, con ella –como abrazado-era que me dormía.

 

Claro al despertar , ella femenina y casquivana se había marchado, sin embargo como en un idilio, cada noche, retornaba, cada noche más hermosa. Como si me hablara y yo la comprendiera, es más le respondía, mientras ya vencido por el cansancio me dormía….

 

Jfa                                                                         23-04-2013

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