viernes, 3 de agosto de 2012

EROTISMO, AMOR Y TERROR

EROTISMO, DRAMA Y TERROR




La condición humana, todos los sabemos, involucra los matices mas diversos, tal como lo solemos ver en la pantalla de nuestra mejor o peor “caja boba”.



Un duende travieso nos alucina que con una variedad de esquicios que se hacen dentro de la cabeza como eso que nos sabe a un puzzle; es que claro, nuestra mente de pronto resulta un disparador de ideas que se hacen incontenibles y que en la jerga común se llama inspiración. Y la historia, como todas comienza desde el principio a escribirse así:



Ella y él, la pareja protagonista de este argumento, se habían conocido de la mejor manera, el varón era un “adonis” envuelto en la vana gloria de esa envidiable actualidad, la dama no le iba en zaga, era hermosísima.



Su ego agudizaba el peor defecto: ser una enamoradiza a ultranza. Esta vez pondremos como marco deslumbrante una pomposa fiesta de despedida del año viejo y la recepción simultanea del nuevo, todo rodeado de un boato desusado.



Vamos a puntar para comprenderlo mejor que fenecía el 2011, un año que había sido poco mezquino, quiero decir que tuvo sus luces, sin tantas sombras, y como siempre el 2012, como todo inicio, alumbraba con neblinosas dudas, había pues que “quemar las naves”, olvidarse de todo, como tomar al “toro por las astas, y darle para adelante, la noche ameritaba, pues que así fuera.



De modo que cuando luzbelito acciono para que se divisaran cupido hizo lo suyo, bajo el amparo de que el terreno era fértil para que naturalmente, ambos quedaran imantados. No hace falta que les diga que el se deshizo en sutiles atenciones, y ella absorbió todos sus requiebros que la desbordaban por completo.



Menos aún, es menester relatar como finalizan esas románticas noches, con majares, siempre rociados de buenas bebidas espirituosas, y los brindis y la algarabía. Ellos, claro, descontrolados. La fiesta casi duro hasta el amanecer…

…Cuando despertaron, pasado el mediodía, los arrumacos continuaban, se recuperaron con un buen desayuno, tras tanto desborde erótico, no se podían ni deseaban despegarse, pero convinieron en dirigirse cada cual a su departamento para cambiarse de atuendo y reencontrarse a las 15hs en que él la pasaría a buscar para ir a almorzar a Puerto Madero.



Puntual, como los antiguos caballeros, cualquier día iba a dejar pasar ese bomboncito que había comenzado a deglutirse la noche anterior. Por otra parte ni imaginaba la trampa en la que se introducía.



Hizo una escala en la florería, donde le prepararon un esplendida orquídea en un estuche plástico para que llegara íncólumne, y apenas se encontraron se la ofreció, con un agradable inclinación de su cuerpo, ella le agradeció con ademán gentil y un emocionado beso, y se encaminaron a que él le ofreciera el agasajo convenido.



Seguidamente tras todos estos escarceos iniciales lo que se concreto fue una relación que se iba haciendo intima… muy intima en medio de una anuencia compartida.



Para pasar, muy luego, a esas escenas explosivas, enfermizas cuando no alcanzaban a cerrar la puerta y cada uno hacer lo suyo quitando las ropas del otro embebidos, como se ve, a nivel en plena hoguera de pasión. Digo:! así como en los Films¡ ¿Vierón? Igualito…igualito.



Como siempre, estos estallidos sexuales, caen en la rutina que se hace embarazosa; la vida de los protagonistas continuó accediendo a una suerte de heterodoxia donde la multiplicidad de relaciones, lograrán invalidar todo cuanto se había edificado.



De pronto otra vez se buscaban, tantos cambios, traían de suyo reproches, que concluían en escenas borrascosas de tono subido, ya de legítimo mal gusto, dictado por los resabios de tanto variado y mutuo resentido reclamo. Así hasta acceder a un nivel que se hacia insoportable como si ¡ya¡ no se pudieran tolerar.



Por fin, nuevamente intentaron volver al reencuentro enamorado de otrora, ese que ya lo habían frustrado cada vez que lo intentaban, de caprichoso insistir para limar asperezas, y en eso estaban, cuando él pícaro de siete suelas, contaba entre sus relaciones a una farmacéutica, una chica muy bien, que era solo amiga de verdad, el a veces le hacia de “caddie” porque ella practicaba, con suceso, la finura deportiva denominada del golf, y se confeso con ella que demás esta decir lo tenía en muy alta estima, tanto que al verlo así desmoronarse, aunque se complicara su vida lo aconsejo valientemente, hecho lo cual con un abrazo fraternal se separaron tan cordialmente como siempre, vamos que los amigos son amigos.



Entonces y solo entonces, cuando se reunieron los enamorados semi-destruidos, no obstante sus empeños, flotaba en el ambiente como ambos sentían que sus ánimos los desunían, y aprecian que era hora de escarmentar.

La existencia así del paraíso la habían transformado en un infierno, y el hombre culto, recordó un pasaje bíblico-¿Qué paradoja no?





Pero aquí y ahora todo es posible y evocó a Sansón, cortado sus cabellos, ciego, en la semblanza que lo venían a matar, momento en que el se abraza a las columnas y derrumbándolo todos grita;”muera Sansón y cuantos son y no son”. Con esta visión piensa nuestro personaje para sus adentros; las cartas echadas. Del Latin:(“Alea iacta est”) el dado esta echado o la suerte esta echada; lo tiene todo claro.



Ahora al lado de ella va en pos de sus designios, o lo que creyó ver como una señal, disimula excepcionalmente frente a ella y como están en tren de acercamiento le propone un brindis de reconciliación, el champagne bien frappé esta en su mano, conciente que este, si lo hay, es un momento cardinal y diverso de sus vidas, en un instante en que ella se distrae...

…El lo encuentra propicio y vuelca en la copa de ella el contenido de una medida de arsénico y brindan, solo uno sabe que será el último brindis. El brevaje mágico comienza a funcionar con sus efectos irreversibles. El solicita, educamente, casi seremonioso permiso para pasar al baño.



Allí recuerda aquella película inolvidable “Arsénico y encaje antiguo” que dirigió Frank Capra y las interpretaciones de Gary Grant, Priscilla Lane, Peter Lorre, Jack Carsón y Raymond Massey entre otros, se mira al espejo, hace una mueca inenarrable y se oye la estampida seca de un disparo y la consecuente caída de un cuerpo pesadamente, todo se llama a silencio…



The End



JFA 03-08-2012















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