viernes, 5 de noviembre de 2010

EL COLOR DE UNA PASIÓN

EL COLOR DE UNA PASIÓN

Cada día, algún motivo importante o no tanto, se entrelaza con nuestras intimidad, y no teman, no voy a ocuparme de esa idea fija sobre la sexualidad, ni de la preocupante situación económica –cada uno habla de ello como le vaya en la feria- que no obstante me envuelve y condiciona, ni de mis debilidades por el cine o el teatro, no nada de eso, porque, claro, me asimilo a lo que es: “armar un texto donde el personaje y el autor se prometen cosas que no cumplen”.

Por eso elijo mi recuerdo de lo que en esta Nación hermosa, es esa pasión que desatamos generalmente los varones y donde actualmente hemos contagiado al mundo femenino con esa identidad que nos mimetiza con el futbol.

Quienes me conocen, y porque no lo he dejado de manifestar, saben de mi apego fanatizado hacia la divisa de allende el Riachuelo, teñida de rojo y que responde al archiconocido y mundialmente famoso prestigio del INDEPENDIENTE CLUB.

Mi entrañable acercamiento con la divisa deviene de construcciones lejanas, desde mi corta edad de 5 años, nacido como recordaran en Carmen de Patagones, con certificado en el orillo, yo y mi alma “Maragatos” de pura cepa tenía a mi Padre, un acreditado comerciante, que debía viajar periódicamente a Buenos Aires para munir de mercaderías a su Tienda, y con mi hermano menor éramos devotos de su carisma, de hombre entero y bondadoso, así que cuando salía de viaje nos quedábamos muy tristes.

Para mitigarlo, aquella vez, que es la que más recuerdo porque el esquicio me parece muy risueño, cada vez más con el tiempo transcurrido, los dos simpatizábamos con Boca Juniors y al vernos así Papa nos ofreció traernos, a su regreso, el regalo que le solicitáramos; ambos a dúo optamos por el escudito de Boca.

Al segundo día que él se había marchado, no me pregunten porque, ya nos habíamos pasado a San Lorenzo de Almagro, y cuando Aparicio, empleado de mi Padre –que era socialista- se enteró nos espeto; “salgan, salgan de aquí ustedes son unos Curitas”, arrojándonos de su estima. Nos debe haber dolido, digo, porque enseguida, mediante otro milagro inverso nos hizo encasillamos en el infierno y enderezarnos para la “Caldera Del Diablo”: reinado de esos traviesos Diablos Rojos de Independiente. Por lo que cuando regreso mi Padre no queríamos saber, para nada, con el escudito famoso.

Ahora bien, ya en Buenos Aires, a los 14/15 años comencé a ir a los estadios a vivir aquellas hazañas, a apreciar el deporte, la habilidad de nuestros jugadores dueños de esa picardía criolla acrisolada tempranamente desde el “potrero” y aquella mística que nacía y que nos envolvió de gloria abrazados a los colores del Club por espacio de dos largas décadas en las que gano todo al punto de ser reconocido mundialmente como “El Rey De Copas”.

Así fue que prometí, porque no podía dejar de acompañarlo que esto lo iría a reiterar siempre, en cada evento que interviniera, y lo hice hasta hace unos 4 años, soy vitalicio desde 1985, por lo que tengo mis pergaminos a cuestas, hasta que las malas actuaciones, los dudosos gobiernos institucionales me han hecho desistir de la promesa.,

El Club – en este caso personaje virtual- hizo lo propio, empezó derrocando el Estadio, que reemplazaría por otro, en apariencia mejor, más cómodo y moderno, pero hace dos años debió estar terminado: ¿ud. Lo vió? ¡yo tampoco! y aun no se sabe cuando terminan una cuarta parte de las tribunas faltantes. Ni que hablar del techado para lo cual tampoco hay fechas

Y Colorín Colorado….

…mejor dejémoslo allí.


Jacques –Maragato y Rojo 05-11-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario