jueves, 18 de noviembre de 2010

B O L I D O

B O L I D O

Esta vez, nos ocupa una pareja de odontólogos, de mediana edad.

Ella es muy capaz, por su vocación y contracción al trabajo se obligó a perfeccionarse.

Visualmente poseía además un buen estado físico, esbelto y muy bien cuidado.

Él contrariamente ese tipo de obeso, categoría “bolsa” arrastrando los pies para caminar, que hace inquirirse a todos sus conocidos: ¡pobrecita!, ¿cómo lo aguanta?.

Para colmo de males, en cada tarea, que debe absolver, tiene que salir de su consultorio, y venir discretamente a solicitarle a ella rudimentos a seguir y como hacer su labor.

Ni que hablar si se trata de un “tratamiento de conducto”: toda una tragedia es como nombrar “la soga en la casa del ahorcado”, cada dos por tres perfora algún paladar, y lo dejo allí, por si acaso, que por saber tanto me llamen a testificar en algún juicio por “mala praxis”.

Una vez concluido el horario de consulta, y para compensarla, por la forma de abusar de la bondad de sus conocimientos, invariablemente, la invita a cenar –ellos pueden- ¿eso también era lo que faltaba? Que a esas alturas ella tuviera que hacer la cena, porque este dentista “titulo equivocado”, además, no sabe lavar un vaso.¡Es el colmo! Se trata de un inútil completito. ¿Eh?.

Cuando llega el momento del reposo, esto es deslizarse mimosamente a la camucha, como toda pareja bien avenida, ella trae amorosamente los cafés adornados con un par de cognacs Reserva San Juan, hay unos incipientes arrumacos –nada del otro mundo- entonces, y solo entonces, ella con picardía le insinúa: ya me fastidia tantas piezas dentales que saco, gordi ¿hay algo para esta doncella? O ¿querés que te enseñe algo nuevo?.

-Si cariño, lo estaba esperando, dame uno de esos besos que das vos –como dice el tango- aunque sea en la frente, y añade con voz de agotado (una excusa cualquiera) : la comida me cayo mal, pesada, ¿que se yo viste? O la otra: “me duele la cintura, todo el día parado con ese torno..”.¡Ah! por favor ¿me llamas mañana a las 9?

Ella esta frenética –no es para menos- arroja los almohadones a diestra y siniestra, siente que tiene jaqueca y le musita –no obstante-: gordi: recordá “que el jardinero que no riega su quintita viene otro y se la re-riega”. Entretanto aguanta a regañadientes. ¿Pero hasta cuando?.-

JFA 18-11-2010

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