miércoles, 24 de noviembre de 2010

CAMINANDO CON EL DESTINO

CAMINANDO CON EL DESTINO (Condicionamientos circunstanciales)
A continuación de largas décadas transcurridas, que consumidas, paradojalmente se asemejan a un veloz sueño, que igualmente, se esfuman como si nada, sin embargo, hay de todas maneras un residuo, un sedimento, que a la manera de una máquina fotográfica, con sus flashes brillantes nos retrotrae al principio.

Es desde allí, donde podemos recordar los esquicios de la niñez, el lar donde nacimos. Su puerto, la estación ferroviaria, la calle principal, la plaza, la escuela, la municipalidad en fin..

Y sus barrios, las 2 o 3 casas que habitamos, los vecinos, la confitería, los paseos estivales a orillas del Río Negro, por ejemplo.

Mientras tanto el tiempo pasa, que como la vida, no nos damos cuenta cuando estamos absorbidos ocupados por el diario y vertiginoso devenir.

Crecimos, conjugamos el verbo amar, nos cultivamos en la etapa educacional secundaría, alcanzamos la pareja, trabajamos, y entrando a proyectarnos a la sociedad que integramos con reiterada y bendita obstinación fuimos exitosos, en ese presente, que habíamos acariciado, que solo nos defraudo parcialmente.

Salvando las distancias, no obstante, cuando volvemos el rostro al pasado, amargamente tenemos presente los momentos irreparables de la perdida de seres queridos entrañables, que teníamos asumidos ocurrirían, pero siempre es temprano, cuando nos toca el dolor y no lo podemos ni queremos comprender; tampoco hay a quien reclamar o preguntar por lo que no tiene respuesta, entrando a ese laberinto interminable con el que tenemos que convivir por siempre.

Abordando otro tema, de pronto, en algún momento hicimos planes de futuro, por ejemplo un plan quinquenal de trabajo, cuando teníamos medio siglo sobre nuestras espaldas, considerando que sería nuestro último esfuerzo liberador (solo en virtud de nuestra visión voluntarista) y nos lanzamos decididamente a él. Craso error-

En efecto, no fue suficiente, a los 55 hicimos otra apuesta al mañana, y repetimos la misma experiencia a rajatabla, es decir 5 años mas en pos de la utopia, soñando con felices realizaciones. Ni fracasamos ni fue la última panacea…pero no hicimos más pronósticos, dispuestos a aceptar lo que fuere, convencidos de que no nos quedaba otra.

Finalmente, saturados de leer textos donde se asevera que el pasado ya fue, que el futuro es una entelequia a resolver, y que consecuentemente lo verdadero es este presente nuestro que a gritos nos señala:”aquí estoy”, nos obliga a afinar la óptica.

No hay duda que el hombre, en sus distintas etapas, es presa de disímiles sentimientos: ansias, amor, codicia, decepción, triunfo; todo en un momento se hace efímero, preciso instante en que no inquirimos:¿que es la vida?, que cuando nos hace más sabios, cuando podríamos disfrutar de nuestras experiencias, de pronto La Naturaleza de la propia condición humana, suprime nuestro lapso y nos lleva en sus brazos y así pasamos a ser un menor o mayor recuerdo según fueran las obras que hubiéremos realizado.

Hoy nos despegamos de nosotros mismos y filosofamos sobre el amor o la vida social, cuando aún así nos atrevemos a expresar todo lo que sentimos, sin embargo advertimos que el corazón tiene formas de decir lo que nuestra lengua calla.

Otras veces no tenemos de donde asirnos: si es en el ámbito político, son contados los que cumplen aquello que pregonan, por lo menos en nuestras latitudes. Aunque hay experiencias en los países escandinavos que alcanzan altos estándares de vida. Vemos por aquí el vicio de manipularlos como si fuéramos criaturas de la escuela primaria. Por ahora reina el saber y el poder (Michel Foucault) sobre toda mesura condicionándonos al consumismo globalizado que nos induce sobre ropas, comidas, costumbres e ideas.

En la orbita religiosa donde deberíamos palpar solo el amor, el bien y la bondad, nos topamos el rigor de improntas mesiánico-fundamentalistas que practican como su mejor estilo la raigambre imperativa, que para el alma humana que nació para ser libre, como las aves, no se compadece, para nada, con nuestra actualidad.

Y entonces, solo entonces recalamos en el vocablo árabe: AINADAMAR que significa: fuente de lágrimas, que nosotros preferimos enjugarlas, y seguir adelante en pos de la utopia y recostarnos en el número Kabbalistico “18” que equivale a: SEÑAL DE VIDA BUENA, para realizar nuestros sueños, con la magia que imprimen los anhelos.-

JFA 19-11-2010.

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