AQUEL TIEMPO INOLVIDABLE
EN “SI ME PARECE VERTE CARLITOS
GARDEL AÑOSO, PERO TENERTE, TENERTE”
COMO NO EVOCAR A ANGEL
D’AGOSTINO CON ANGEL VARGAS, EN EL CAFÉ DE LOS ANGELITOS DE RIVADAVIA Y RINCON
O A EDUMNDO RIVERO EN EL TANGO BAR
A los memoriosos no nos den, ni siquiera, un
tranco de pollo, porque de allí nos afirmamos para rumiar estampas de ese
pasado que siempre fue mejor…
Todo empezó en el Hospital Naval, donde estaba
destinado, un nosocomio de alta complejidad, donde mientras hacia mi ciclo bajo
banderas y por mis alardes de valentía y cumplimento gozaba que mi uniforme exhibiera la insignia de Cabo
Mayor.
Estaba noviando con una muchacha, vecina del
barrio de Colegiales, que era el mío, una rubia despampanante que le
desarticulaba el seso, a quien la mirara, sus senos turgentes, piel de
porcelana, esbelta, yo en tanto permanecía
serenamente loco por ella, así fue que
estando de servicio me pusieron en
conocimiento que había tenido, un accidente de transito, con fractura de
tobillo, por lo que en mi condición militar pedí que fuera derivada al Hospital
Naval.
Inmediatamente solicite, como corresponde el
permiso pertinente a la autoridad superior, y concedido que me fuera, corrí a
su lado, la cosa no seria para tanto, pero ameritaba una internación
momentánea, con otra complementaria, que
debería cumplir ambulante en el hogar,
como todos, en estos casos.
Estaba
en la habitación 538 con baño privado, ducha en el 5°Piso, a la calle sobre el Parque Centenario,
maldita la gracia que le hacia todo ello, en esas circunstancias, a una
hermosura –patita de fierro- como le llaman a las personas andariegas, toda una
paradoja en estos momentos, atada a una cama.
Mi pareja estaba furiosa por la situación que
atravesaba y que solo era atribuible a esos sucesos no deseadas que a veces
acontecen, y esta vez nos tenia como actores, ella la estrella y yo solo su
“partenaire”, era sábado por la noche y ella estaba enloqueciendo por salir.
Eso era imposible. Ese ser femenino al que la naturaleza adornaba con todas las
bellezas físicas, por donde la observaran, no podía empero comprender, que
salir le estaba vedado, por el momento.
Siguió despotricando, hasta que llegados a la
media noche, me sature, ella se adormeció y decidí movilizarme en pos de la calle…preciso
momento en el que advierto que la vereda esta preñada de euforia, como si fuera
carnaval, con sones de tango cuyos efluvios me comenzaban a embriagar, afecto
como soy a la música popular, eso que sin preguntar ¿Por qué? te impregna el
alma; mientras una voz atrona el aire:
Abran cancha muchachos, llenen sus ojos de asombro, ¡que caramba¡,
que el tango argentino ya se doctoro en el mismísimo Teatro Colon, Gardel lo
llevo a New York, Canaro lo paseo por Paris, y el interminable Osvaldo Pugliese
lo hizo reinar en Japón
Lo bailan con fruición en Colombia, o
extasiados en Berlín, Roma o Varsovia---¿Qué se yo?.
No
terminaría allí la cosa… un lujoso mateo blanco, tirado por cuatro corceles,
del que se apea un joven, como yo, él con una copa en su mano, y
espontáneamente, sin conocerme, como si
fuéramos compinches de siempre, me
invita, con amistoso mohín a subir al carruaje repleto de Jóvenes de ambos
sexos “porque vamos a ir a v celebrar la noche” –me dijo- ¿que más hacia falta?
…sin pensarlo subí. Estaba abrumado.
Precisaba un desahogo…
Pero las sorpresas recién empezaban a despuntar
¿Qué me depararía el destino esa noche? ¡ni lo imaginaba claro!. Y empezó la
demostración: habíamos partido del 2012 y a medida que nos deslizábamos había
una involución en el tiempo estábamos llegando al Buenos Aires de 1940 con Juan
D’Arienzo tocando en el Chantecler; Carlos Di Sarli en el Marabu, Osvaldo
Fresedo en el Plaza Hotel, Anibal Troilo en el Tibidabo, Horacio Salgan en el
Nacional, la gente loca por las calles,
una algarabía singular, los porteños iluminados por la noche lo inundaban todo
de alegría ¿adonde habían quedado esos noctámbulos melodramáticos que daban
paso a estas pleyades desusadamente ruidosas?. Claro yo no quería que se terminara nunca…pero mi ensoñación se
hizo añicos, cuando en el mediodía del domingo volví, no se como todavía, tan
aturdido al Hospital Naval
Mi reencuentro con ella fue parco, ni me
acerque ni me hizo algún gesto para que lo hiciera, salí por un momento de la habitación y un enfermero de mi conocimiento me comenta
que tenga cuidado que se corrió la bolilla que esa noche habíamos tendido sexo
en la habitación, cosa que esta prohibida por el reglamento, sonreí mientras le
agradecía el gesto, no creo que se diera cuenta que era solo una mueca, ¿como
decirle que no era yo? ¡que a media noche me había ido de allí!. Hurgando como
al descuido, un poco mas, supe que en
habitación 538 esa noche paso de todo, que se las arreglo para disfrutar
a lo loco. Pase todo el día a su lado. Yo no estaba para detective ni para
poner uno, no se como me aguante, de exclamar,
gritar o estallar….¿para que verdad?. Pues bien esa nueva media noche,
resucitó el encantamiento de la anterior
y otra vez aquel carruaje de cuatro corceles, con la gente que ya me conocía...llamándome…
y a la ronda nuevamente.
Esta vez fuimos un poco mas atrás en el tiempo
del Palais de Glace con Julio De Caro y Les Ambasadeurs actuando Roberto Firpo;
Francisco Canaro en el Armenonville, Pancho Lomuto en el Pigall; Alfredo Gobbi
en el Café del Griego en Suarez y Necochea, ¡Ah! Las veladas del Tabaris; así
era siempre, todo con la animación de
grandes orquestas del momento.
Habiendo terminado mi aventura con la rubia del
barrio de Colegiales, recale en un nuevo acercamiento esta vez, en la variedad
esta el gusto dicen, había conocido en
un palco del Chantecler a una morocha sensual, sumamente sugestiva, parecía
nostálgica, al principio, pero cuando se animo tras las primeras copas de Champagne
bien frappe, ¡estaba genial¡¡Fuerte toda ella!. Con ese ambiente de los años 20
que me fue revitalizando, como para
recuperarme y alentar nueva vida, vamos…para elegir. Las fotos ahora me
muestran sonriente, sin yesos ajenos preocupantes, y mirando al futuro con la fuerza de una seguridad
bien recuperada.-Comme ilt faut- establecido en el 2012, otra vez.- Mientras en
mis oídos retumban esas cuartetas de Enrique Cadicamo :”En esta cayeja sola/Y
amasijado por sorpresa/Fue que cayó Eduardo Arolas/Por robarse una francesa”.-
JFA 25-04-
2012
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