miércoles, 5 de octubre de 2011

AVENTURARSE

AVENTURARSE

La acción de la vida sin pasiones resultaría insulsa, no obstante, todos sabemos, que hay riesgos que correr, y claro, los abordamos ya que sin ellos no existiría esa aventura que es el periplo vital de ser y acercarnos a los elixires que nos provee la naturaleza.

Veamos entonces, esta acción, instalada en el cuarto de un hotel, y la necesaria pareja, donde la mano de él, que ni la toca, perfila una figura que parece descender por la falda de la hermosa mujer sensible, como todas aquellas que se asoman a vivir, y que esta temblando sin poder evitarlo.

Naturalmente con frecuencia, en estos esquicios, hay subyacente un conflicto entroncado con encuentros y desencuentros a los que somos proclives, donde se halla entronizada una gigantesca sombra, de otra mujer, ligada al mismo varón, por la construcción de lazos y años de amor.

Él sin embargo esta deslumbrado sexualmente por la aventura con esta otra mujer, más joven, físicamente perfecta, llena de vida, y con un empuje que lo lleva al paroxismo.

Pero, aquella tarde/noche tras el ensamble, ella inopinadamente rompió a llorar, sorprendido trato de asistirla y ella, entre sollozos sostenidos, le confeso que su marido era golpeador y que la castigaba duramente quizá influenciado por las drogas.

Hay situaciones en las que el hombre se encuentra frente a un atolladero, él buscaba ese momento, pero lejos estaba de querer asumir preocupaciones, a ello se sumaba, además un sentimiento de culpa, y no podía esgrimir el “yo no fui”.

No me pregunten porque, pero de pronto el hombre frente a su propio espejo recapacita, evoca su hogar, donde esta su compañera de siempre, están sus hijos; ahora el que tiembla es él, le desespera pensar que su esposa le niegue ver a sus vástagos.

Cuando concluye el encuentro circunstancial del hotel en ese comienzo de desencanto que encasilla las relaciones humanas, cuando queremos escindirnos, y rebobinar momento preciso en que agilizando la mente con la introducción de “efectos especiales”, como los de un film, la acción transcurre ahora en el dormitorio conyugal; él arrepentido de su estúpido emprén- dimiento se humilla y pide una y otra vez perdón, ella ahora es quien preside la escena, crea el suspenso…lo va a pensar.-

JFA 05-10-2011

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