jueves, 16 de septiembre de 2010

BÁRATRO EMPEDRADO DE ERRORES

BÁRATRO EMPEDRADO DE ERRORES

Es tan diversa la vida humana, y claro nos abocamos, para memorizar, las experiencias pasadas en las que siempre aparece el valor de la paradoja, que supone esa dicotomía existencial donde naturalmente intervienen los sentimientos.

Por consecuencia, es normal, la invasión del placer, el que después –porque nada es para siempre- produce: escozores, recuerdos, remordimientos y dulcísimas evocaciones que no se olvidan jamás.

Veamos entonces como hacer entendible esta historia en paralelo de un personaje, en presente y pasado, en forma simultánea , para ello referiré como todo comenzó después de una formidable boda, donde los contrayentes: Guillermo –mi amigo de siempre- y Chacha se mostraban como, llegando a esa instancia chalados hasta los tuétanos.

Hasta allí todo había salido de perlas, él era un médico clínico de esos entregados con alma y vida al juramento Hipocrático, y ella de belleza discreta una honesta muchacha de familia de clase media acomodada.

Sin embargo, tras estos breves escarceos, y en menos de un año las respectivas responsabilidades los estaban superando, habían supuesto durante los dos años de noviazgo, en el que se veían, como diremos… actores rodando un film a la manera de Fred Astaire y Ginger Rogers, y que en el momento en que se apagaban las luces del “esquicio”, surgía nítido ese increíble fracaso anunciado, de un amor a todas luces equivocado.

Y, claro, sucedió la temida separación, que siempre es una tragedia para todos, tanto como para sus familias anonadadas, desbordadas completamente, previendo que si no había reconciliación, la superación individual de las partes seria muy difícil.

Guillermo, fue un caballero inglés resigno todo a favor de Chacha, le dejo la casa señorial, el automóvil y el departamento veraniego de Punta del Este, y fracasado como se sentía, abdico de su puesto en el Hospital de Clínicas, de su consultorio en Belgrano, a pesar de que sus pacientes lo adoraban… se marchó a Córdoba.

Habiendo desaparecido de los lugares que solía frecuentar, nos mantuvimos en contacto electrónico, y su estrella lo transportó a la provincia Mediterránea, donde su seriedad y contracción al trabajo lo catapultaron por vía de unos tíos Roberto y Sofía a la sazón, viviendo allí desde hacia añares, a la más importante Droguería que se compadecía con sus férreos conocimientos profesionales que lo hicieron escalar interesantes futuros laborales.

Poco a poco su empleador lo distinguía con un trato muy especial, hasta llegar a que los fines de semana fuera invitado permanente y que la familia toda lo acogiera de manera distinguida…hasta que la niña de la casa comenzó a aceptar sus miradas a las que atribuía un viso de seducción que él practicaba inconcientemente.

Esta relación comenzaba a marchar, pero Guillermo, internamente, no respiraba aires de satisfacción, porque advertía que su mente retrocedía una y otra y otra vez a la figura, al recuerdo, a las vivencias de su matrimonio naufragado.

Momento en que parecería acertado aquel adagio: “solo se valora aquello que se pierde”. ¿Cómo vivir así?, por un lado uno que otro romance pasajero, sin asidero ni contenido, porque eran meramente terapéuticos.

La niña de la droguería, era un hierro candente, si se equivocaba debería escindirse de sus labores como consecuencia natural, mientras que su mente recalaba otra vez en el amor que miró y no supo ver.

¿Quién puede vivir en un infierno creado por esa inmadurez que a la postre fue la piedra que rompe el cristal y lo hace irreparable?. Con las palabras es lo mismo: uno es amo de las que guarda y esclavo de las que pronuncia. ¿Que hacer?

PD: en sus sueños recurrentes la veía tan hermosa…un orgullo para la raza. Y cuando se adormecía quedaba desmoronado, como aturdido.

Sus insomnios eran acompañados de extrañas corporizaciones que lo inducían a cobrar ideas y formas para reconquistarla; en otras semblanzas la lapidaba por supuestas andanzas adulteras que lo enloquecían, suponiéndola infiel, ¿pero es que acaso él era impoluto?.

En medio de sus aporías surgían espíritus que luego se desvanecían, en fin… una suerte de locura que debía concluir… y pensaba en envenenar a la infiel, ¿pero como hacerlo a control remoto?.

Y además correr el riesgo del encierro carcelario, que sería insoportable, habida cuenta de que él era claustrofóbico.

Y claro, ¿como aducir acusaciones de infidelidad soñadas en medio de los ojos abiertos de sus insomnios?.

Estas emociones lo estaban sacando de quicio que de ninguna manera eran potables para ser aceptadas así devenidas del aire, o de las nubes, de las alturas o vaya uno a saber de que infierno.

En ese momento el cansancio y una suerte de extraño apetito que le atacaba al estomago y lastimaba otra vez su mente. Por fin concluía que su ex esposa y él se equivocaron de camino, vamos debían haber sido mas pacientes, y discernir juntos en lugar de debilitarse llegando cada uno a ese sendero de ruptura súbita.

Algunas oportunidades vividas abonaban lo hermoso que era el amor para ellos que empero no supieron interpretar esa partitura que, entretanto, a otras parejas le cabia como sayo a su medida, aún en medio de fenómenos sociales o físicos con ráfagas y meteoritos; pero contrariamente, a ellos parecía que les hubieran tapiado sus ojos.

¿Que ocurrió?... sencillamente que cuando hay caos desvanece todo cuanto sea armonía y se derrumba la convivencia como un castillo de naipes en la arena de la playa desbaratado por el mas tenue viento.

¿Será, quizás, que el bendito consumismo nos arrea a todos en sus redes?. Digo, como la modernidad, en que algunos no deben viajar en el tren de las nubes en tanto a otros no les favorece el frío para practicar el deporte de sky en las laderas heladas, así también en las relaciones humanas hace falta tener la suficiente “piel” y no equivocarse porque no se puede accionar como si fuéramos robots, así de pronto todo se hace un oasis donde solo el espejismo es suficiente para inducirnos al lamentable equivoco.

Era el momento en que Guillermo palpaba que el ergástulo instalado en su mente lo torturaba con ideas agobiantes condenándolo a una angustia insoportable, a nivel de ebullición pronta a estallar.

Por lo menos, se conformaba pensando, que en la variación de las compañías femeninas jamás adquirió en medio de esos deslices galantes alguna preocupación propia del ejercicio del sexo, ni nada cercano.

Una y otra vez el recurrente pensamiento avasallante del recuerdo acosándolo, esa imagen, de la única mujer que amaba, su primera ilusión, esa que sello con la boda que se esfumó.-


JFA 19-09-2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario