viernes, 22 de octubre de 2010

LAZARO Y EL AVE FENIX

LAZARO Y EL AVE FENIX
HOMENAJE A AQUELLA
MADRE Y A ESA NOVIA

¿Por qué involucrarnos en este tema?. ¿Por qué ahora?. Solo si se lo atribuyo a esa “insinuación de la presencia de un personaje ausente que maneja y caracteriza al protagonista de la historia”.

Veamos, como de pronto, la casa familiar del barrio de Colegiales, estaba desolada. El hijo mayor, de 18 años había pedido anticipar el Servicio Militar porque estaba enamorado, desde el inicio de la pubertad, y anhelaba cristalizar aquel ensueño de amor.

Este primogénito, educado en un hogar donde se veneraban Las Sagradas Escrituras, y que con apenas 15 días bajo banderas contrajo una Salmonelosis –posición & (Beta)- que lo derrumbó, siendo el único, aquejado, en su batallón de la Compañía de Servicios.

Un chico lleno de vida, de autoestima, se hallaba invalidado por una seria dolencia difícil de controlar; tan fuerte era la infección que en 14 días adelgazo 14 kgrs. (de 86 a 72) donde se hallaba internado H.M.C en cuyo 6°P se correspondía con Sub-Oficiales y Tropa, solícitamente atendido por todo el equipo medico a las ordenes del eminente Dr. Don Aquiles Pascualini.

Recuerdo que desde su internación, por espacio de tres meses, y debo señalarlo ni un solo día le falto la visita de su Madre y de su Novia. Entretanto los galenos, alguna vez le habían señalado a su Padre la contextura física del paciente, y el Dr. Abogadro dijo que era “un toro”.

Sin embargo la dolencia era seria, la alta fiebre lo hacia delirar en las madrugadas, por ejemplo soñaba que su Madre lo venia a buscar en Ambulancia para llevarlo al hogar y los enfermeros debían devolverlo a su cama pues deambulaba por los corredores, o la impronta de una lucha con supuestos asesinos que salían de abajo de su cama para apuñalarlo. Quizás el colmo lo constituyo, aquel día, de la visita del médico de cabecera familiar y él lo atajo así: “no…no te acerques, estoy lleno de piojos, además aquí esta lleno de cucarachas”; corolario el Doctor huyó despavorido del nosocomio.

Aquel joven, postrado, aun así se aferraba a la vida y en un rapto de lucidez impetro al Creador: “Señor Dios soy el hijo primero de mis Padres, no me arranques de sus brazos…ellos van a sufrir mucho, y seria un pecado que no merecen. También amo mucho a mi Novia… y tenemos tantos sueños bordados en nuestras almas que no han cristalizado aún y nuestro empeño es hacerlos ciertos… no nos quites en medio de tu generosidad el sabor de la esperanza con que vamos a honrar nuestra unión”.

No cabía en cabeza alguna el porque (¿?) un Padre, una Madre, una Novia y aquel muchacho enfermo se hallaban frente esa injusta valla que les oponía el destino.

Felizmente, por fin, aquel sabio Médico Director, famoso endocrinólogo, a la sazón Consultor Presidencial, atino con una medicina nueva que afloraba entonces (1949) –La Estreptomicina—y las bendiciones del Cielo, aquel cuadro esquivo cedió.

Salvando las distancias, este muchacho humilde algunas veces ha relatado que años después advirtió que “Las Zarzas Habían Ardido en su Torno sin Consumirse”.

El día 30 de Julio –en oportunidad de concederle el alta- con su presencia en rueda de médicos el afamado especialista comenzó diciendo: “miren a este muchacho, hace tres meses no dábamos por él 5 centavos, y hoy recuperado felizmente se va de alta”.

Los tiempos mutan y todo se encamino a aquella boda que reunió 450 invitados en el Hotel Español con sumo boato, aquel joven –hoy no tanto- se levanto para andar y se halla entre nosotros regresando de la nada para volver a volar… mientras su naturaleza le sea benévola.-


JFA 17-10-2010.-

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